Inti Wara Yassi: premio a la Conservación de la Biodiversidad reconoce tres décadas de protección de los animales

CONSERVACIÓN. Recibió el premio de la Fundación BBVA, en España. La historia de CIWY comenzó con el rescate de una mona araña, hoy administra tres santuarios y es esencial para atender a los animales silvestres rescatados.

Karina Vargas Alba

Hace más de 30 años, la vida de Tania Baltazar dio un giro definitivo. La entonces estudiante de primer año de Biología, encontró a ‘Nena’, una mona araña que rescató desde una casa en La Paz, donde la tenían como mascota. Estaba maltratada y compartía la jaula con un loro.

Tardó muy poco en darse cuenta de que no había un refugio o lugar que albergara a la primate. “Le pedí a Dios un metro cuadrado, que sea mío y que tenga un árbol para dejarla”, pero no fue fácil. Tras un año de alojarse en diferentes lugares, la situación se hizo insostenible y fracasó en su intento de entregarla al zoológico. “Ella sabía que la iba a llevar, no quiso ir conmigo”, recuerda Tania, a la que -por coincidencia- conocen como Nena.

“Me miró como si me dijera: no me dejes, no me abandones. Y no pude resistirme. Entonces le dije: Ya, no sé qué va a pasar, pero no te voy a abandonar». Juntas partieron al Chapare y allí nació el primer centro de rescate animal de Bolivia, marcando el inicio de la Comunidad Inti Wara Yassi (CIWY) y una historia que hoy abarca tres santuarios y la protección de 1.300 hectáreas de selva virgen en Santa Cruz y en La Paz, preservándolas de la caza furtiva, la tala, la minería y los incendios forestales.

Ese trabajo fue reconocido hace pocos días con el Premio a la Conservación de la Biodiversidad en Latinoamérica, que entrega la Fundación BBVA de España. El galardón, que Baltazar recibió en su calidad de fundadora y presidenta de CIWY, destacó el trabajo de protección “de la selva amazónica de Bolivia para defender la vida en nuestro planeta”.

Estos son algunos de los animalitos que han sido rescatados. Muchos son víctimas del tráfico o de la caza ilegal.

El inicio de la lucha

Nena Baltazar asegura que desde que llegó al Chapare vive en el monte. Allí, el amor por la mona, pronto se convirtió en la necesidad de hacer algo más por los animales. “Vi de cerca cómo la gente, los cazadores, mataban a las madres para devorar a las crías; había bastante maltrato hacia los animales silvestres. Se convirtió en una lucha por hacer algo por estos animales que estaban siendo sacados de su hábitat”.

Poco a poco, un puma, un jaguar y otros animales se sumaron al grupo de los rescatados. Ahí también incorporaron la educación ambiental y comenzó el trabajo con jóvenes y niños. Como lo señaló en Madrid, Nena tiene la convicción de que “cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de proteger nuestro planeta, minimizar nuestro impacto y ser la voz de quienes no la tienen. Defender la selva es defender la vida, y esto solo es posible si la protegemos juntos”.

Con el apoyo del personal y de voluntarios que se quedan desde dos semanas hasta un año, el rescate de animales fue creciendo en el Parque Machía, en el Chapare, donde tienen un convenio de uso de tierra con el municipio. Los voluntarios continuaron ayudando desde sus países y se sumó el apoyo de la población en general.

La tierra propia

Poco a poco, concretaron el gran sueño: tener tierras propias. Así nacieron el Parque Ambue Ari, mil hectáreas ubicadas al norte de Ascensión de Guarayos, que se especializa en el cuidado de felinos; y el Parque Jacj Cuisi, 300 hectáreas en el norte de La Paz, cerca del Madidi, donde albergan diversas especies de monos y coatíes.

Conseguir fondos para sostener los centros y alimentar a los animales, es una lucha permanente. “El amor, la pasión que tenemos por estos animales y por la vida silvestre, es lo que nos da la fuerza y energía para seguir”, al igual que el premio que acaban de recibir, el que será “un impulso para seguir en la lucha por la defensa de nuestra biodiversidad”.

El aporte de los voluntarios también es fundamental. “Viven en condiciones muy básicas, en la selva, con mosquitos; pero es gente que realmente ama la naturaleza, quiere ayudar a los animales”, afirma Baltazar.

El trabajo de los voluntarios es esencial para mantener los centros. La educación ambiental de los niños, es una prioridad.

La tragedia de 2024

Los incendios forestales son sólo parte de los problemas ambientales que enfrenta Bolivia. Nena lo dejó en evidencia al recibir el reconocimiento. “Bolivia enfrenta una crisis ambiental sin precedentes. Incendios devastadores consumen nuestras selvas, el tráfico de fauna sigue arrebatando vidas y la destrucción de los ecosistemas avanza sin freno. Lo que perdemos hoy no lo podremos recuperar mañana”, afirmó.

Actualmente, el mercado negro de animales es el tercer negocio ilegal de toda América del Sur, por detrás del tráfico de drogas y de la trata de personas. Para abordar este problema, Baltazar resaltó cómo CIWY no sólo se ha volcado en el rescate y recuperación de especies amenazadas, sino también en el desarrollo de un programa educativo denominado Guardianes de la Selva, para lograr que las nuevas generaciones se impliquen en las labores de conservación.

“Hemos desarrollado brigadas de protección con jóvenes y niños para sembrar en ellos esa semilla de amor y respeto por la biodiversidad y el medio ambiente”, afirmó en Madrid.

Los incendios forestales de 2024 marcaron cinco meses de emergencia en el santuario ubicado en Guarayos. La lucha fue constante para evitar que el fuego ingrese, mientras “nos llegaban animales muertos, quemados, carbonizados, pero vivos. Fue un tiempo muy triste”, durante el cual supieron que recibirían el reconocimiento de la Fundación BBVA, que se convirtió en “un incentivo para seguir luchando”.

Así se realizó la atención a los animalitos que llegaron durante los incendios de 2024.

Un hogar

En esos santuarios, los animales silvestres encuentran un hogar. Incluso hay especies en peligro de extinción. A lo largo de más de 30 años, han rescatado más de 10.000 animalitos; lamentablemente muy pocos retornan a su hábitat. “Vienen de lugares donde los han maltratado, están muy acostumbrados al ser humano, tienen problemas físicos, psicológicos. Tienen que quedarse de por vida en los albergues”.

Durante los incendios, recibieron más de 70 animalitos, de los cuales casi un 80% fueron rehabilitados y volvieron a su hábitat. Hace pocos días liberaron un parabachi, que llegó a Ambue Ari a principios de octubre, con graves lesiones. Federico, como lo bautizaron, se fue recuperando y el 5 de febrero abandonó su jaula para emprender vuelo, nuevamente libre.

Esas escasas historias de éxito no pueden evitar el dolor frente a la devastación provocada por los incendios. La voz de Nena aún se quiebra cuando recuerda el rastrillaje que hicieron en un sector que había sido arrasado por el fuego; en un recorrido de 20 metros, encontraron alrededor de 15 animales muertos.

“Había monos ardilla, capuchinos, perezosos, tortugas. Era desesperante ver cómo loros y parabas pasaban volando desesperados en medio del humo y después del fuego, los pobres animales estaban desesperados en la carretera encontramos muchos atropellados. Terrible”, recuerda.

En busca de aliados

Nena confía en que el premio recibido les permitirá visibilizar su trabajo y forjar nuevas alianzas. Además, incluye un monto económico que podrá ayudar en su principal objetivo: adquirir más tierras para seguir conservando. Un paso importante, ya que están en proceso de abandono del santuario en el Chapare, donde tenían un convenio con el municipio que no fue posible renovar.

En este camino de conservación, llama la atención el proceso que han tenido que llevar adelante con el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) para demostrar que realizan una función de conservación y “no necesitamos tumbar la selva” para cumplir con la función económica social.

Pese a estas dificultades, hoy en CIWY están renovando su compromiso. “Queremos inspirar a la humanidad, inspirar a las personas, trabajar con las autoridades para que de una vez se corte, se frene el tráfico y que ya no haya necesidad de crear más centros”, afirmó Baltazar.

“Queremos que la gente, los humanos entendamos que necesitamos de los bosques, necesitamos de los animales en la selva para que tengamos un buen futuro”, concluyó.

Las fotos incluidas en esta nota, fueron proporcionadas por Inti Wara Yassy.