ECOSISTEMA. Los emprendimientos surgen en diferentes regiones y a diversa escala, generando redes de colaboración.
“El mundo ya no puede tener emprendedores que sólo piensen en ganar dinero. Hoy es fundamental buscar un triple impacto”, afirmó René Salomón, director de la Fundación Trabajo Empresa (FTE) frente a decenas de jóvenes que quieren iniciar el camino del emprendimiento.
Una frase que refleja el rumbo que hoy deben tomar los emprendedores y que toma mayor fuerza en este 16 de abril, cuando se celebra el Día Mundial del Emprendimiento para visibilizar a un movimiento que impulsa ideas de negocio innovadoras y que impacten en la vida de los demás.
En los últimos años, Bolivia ha experimentado un cambio significativo en la forma de abordar los desafíos sociales, ambientales y económicos gracias al auge de los emprendimientos de triple impacto. No obstante, es necesario trabajar para generar condiciones adecuadas para que muchos más puedan escalar, consolidarse y generar impacto.
Una visión integral
Salomón afirma que “esta visión integral, que busca generar beneficios más allá de los económicos, ha sentado bases sólidas para un desarrollo sostenible que incluye tanto a las comunidades urbanas como rurales, dando énfasis a iniciativas de base tecnológica”.
Los emprendimientos surgen en diversas regiones y con diversas escalas, generando redes de colaboración que impulsan un cambio positivo a mayor escala. Las experiencias son diversas, desde la producción de miel y derivados, la elaboración de peluches, el tejido de artesanías o la comercialización de café, generando cadenas productivas.
Hay un movimiento robusto reflejado en el Hub Santa Cruz, que une a gran parte de los integrantes del ecosistema emprendedor, incluyendo organizaciones no gubernamentales, universidades, aceleradoras, cámaras y otras entidades. Allí surgen diversas iniciativas para impulsar la innovación y el emprendedurismo, que incluyen concursos, procesos de mentorías y programas de incubación y aceleración entre otras.
Impulso desde las aulas
Hoy el emprendedurismo surge desde las aulas, con programas como Empodera-T, que lleva adelante la FTE y que se ejecuta en diferentes municipios. “Como instituciones comprometidas con este paradigma, hemos impulsado activamente la Comunidad B, un movimiento que no solo inspira, sino que transforma mentalidades”, señala Salomón.
“Vemos cómo las nuevas generaciones adoptan una conciencia más profunda sobre la responsabilidad social y ambiental en sus proyectos”, dice el director de la FTE.
Esto también se refleja en una serie de convocatorias para que escolares y universitarios propongan ideas innovadoras en áreas como cuidado del agua, economía circular, gestión de residuos, economía naranja o economía plateada, entre otras.
La transformación es posible a través de acciones colaborativas, como las que la Fundación realiza con diferentes municipios. Las ferias y talleres prácticos se van multiplicando, mientras se identifican mercados e iniciativas alineadas con la sostenibilidad y el desarrollo comunitario.
“Esto no solo fortalece la economía local, sino que también crea redes de colaboración que impulsan un cambio positivo a mayor escala”, afirma.
El camino hacia un ecosistema de emprendimientos sostenibles en Bolivia aún continúa, pero los logros alcanzados hasta ahora son un testimonio del potencial transformador de este enfoque. Promover una cultura emprendedora responsable es esencial para garantizar un futuro inclusivo y próspero para todos.

Ellos son jóvenes emprendedores que han apostado por el triple impacto en sus negocios. Hoy se reunieron en Eco Emprende, una actividad impulsada por Save The Children y la Gobernación, con el apoyo del Hub Santa Cruz.
El emprendimiento femenino
La participación de la mujer en el mundo emprendedor y en el ámbito empresarial crece aceleradamente. “Avanzan impulsadas por la innovación, la resiliencia y un fuerte compromiso con el impacto social”, afirma la directora del Instituto Mujer & Empresa (IME) de Unifranz, Xiomara Zambrana.
Desde 2017, la institución ha formado a más de 13.000 mujeres en áreas clave como innovación y liderazgo, y ha gestionado cerca de 600 mentorías personalizadas. Además, a través de procesos de incubación, han visto crecer a numerosos negocios.
Las emprendedoras bolivianas son muy dedicadas. Según el estudio «Perfil de la mujer emprendedora en Bolivia», realizado por el IME en colaboración con el PNUD, las emprendedoras bolivianas se clasifican en diversos perfiles, desde negocios familiares hasta empresas especializadas que atienden a grandes clientes.
Este estudio también revela que el 76% de estas mujeres son jefas de hogar y que muchas de ellas trabajan más de 72 horas a la semana, lo que evidencia su dedicación y esfuerzo en el ámbito empresarial.
Los temas pendientes
“Hemos visto una evolución importante en Bolivia en términos de formación y oferta para emprendedoras y emprendedores. Hoy existen más programas, recursos y espacios de acompañamiento que hace algunos años, sin embargo, aún persisten desafíos importantes”, advierte Zambrana.
A su juicio, aún falta que más personas, especialmente mujeres en contextos vulnerables o alejados de los centros urbanos, puedan acceder a estas oportunidades.
“Y aunque hay casos inspiradores de éxito, todavía necesitamos trabajar para que más emprendimientos logren escalar, consolidarse y generar impacto sostenido en el tiempo”, precisa.
Desde el IME trabajan para acortar esas brechas, acercando herramientas, redes y conocimiento a más mujeres que están construyendo el futuro de sus comunidades a través del emprendimiento.
Otro aspecto central es mejorar las condiciones que ofrecen los mercados, los formales y más aún los informales, donde muchas emprendedoras desarrollan su actividad. A esto se suma la necesidad de fortalecer políticas públicas que promuevan el emprendimiento con enfoque de género, faciliten el acceso al financiamiento, reduzcan la burocracia y reconozcan el valor económico y social que generan estos negocios.
Foto principal: Camila Miranda y Kenia Arias son parte de «Cafeína», un emprendimiento que recupera el café de una comunidad de Samaipata, lo procesa y vende al consumidor final. También tienen una cafetería.