IMPACTO. Los conflictos bélicos, las desigualdades y la crisis climática complican la situación. No obstante, hay progresos en regiones como Burkina Faso.
En el mundo, alrededor de 181 millones de niños y niñas menores de 5 años -uno de cada cuatro- viven en situación de pobreza alimentaria infantil grave, lo que aumenta en un 50% sus probabilidades de padecer emaciación, una forma letal de desnutrición, según reveló un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Por primera vez, el informe La pobreza alimentaria infantil: Privación nutricional en la primera infancia analiza la situación entre la población mundial más joven, en casi 100 países y en todos los grupos por nivel de ingresos. El documento advierte que millones de menores de 5 años no pueden obtener ni consumir una alimentación nutritiva y variada para mantener un crecimiento y un desarrollo óptimos en la primera infancia y en etapas posteriores.
Se considera que los niños y niñas que se alimentan, como mucho, de dos de los ocho grupos de alimentos definidos viven en situación de pobreza alimentaria infantil grave. En ese grupo, cuatro de cada cinco se alimentan únicamente con leche materna y/o productos lácteos y/o un alimento básico rico en almidón, como arroz, maíz o trigo. Menos del 10% accede a frutas y verduras, y menos del 5%, de alimentos ricos en nutrientes como huevos, pescado, aves y carne.
“Los niños y niñas que viven en condiciones de pobreza alimentaria grave están en una situación límite. Ahora mismo, esa es la realidad para millones de pequeños, y esto puede tener repercusiones negativas irreversibles para su supervivencia, crecimiento y desarrollo cerebral”, dijo la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.
“Los niños y niñas que únicamente consumen alimentos de dos grupos al día, por ejemplo, arroz y algo de leche, tienen hasta un 50% más de probabilidades de padecer formas graves de desnutrición”, añadió Rusell.
El informe advierte que, en un contexto en el que los países aún se están recuperando del impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19, los efectos de las crecientes desigualdades, los conflictos y la crisis climática han elevado el precio de los alimentos y el coste de la vida a niveles sin precedentes.
Las zonas más afectadas
De los 181 millones de niños y niñas que se encuentran en situación de pobreza alimentaria grave, el 65% se reparte entre sólo 20 países. Alrededor de 64 millones de los afectados están en Asia Meridional, y 59 millones en África Subsahariana.
En Somalia, por ejemplo, un país afectado por los conflictos, las sequías y las inundaciones, el 63% de los niños viven en situación de pobreza alimentaria infantil grave y, en las comunidades más vulnerables, más del 80% de los cuidadores declararon que sus hijos no habían podido comer durante un día entero.
En la Franja de Gaza, meses de hostilidades y restricciones a la ayuda humanitaria han provocado el colapso de los sistemas alimentarios y de salud, con consecuencias catastróficas. En cinco rondas de recopilación de datos efectuadas entre diciembre de 2023 y abril de 2024 se constató que nueve de cada diez menores se encuentran en situación de pobreza alimentaria grave y sobreviven con dos o menos grupos de alimentos al día.
El informe revela que cerca de la mitad (46%) de los casos de pobreza alimentaria infantil grave se da en hogares pobres en los cuales es probable que la limitación de los ingresos familiares sea uno de los principales impulsores, mientras que el 54 % –esto es, 97 millones de niños y niñas– vive en hogares relativamente más ricos, en los que los entornos alimentarios precarios y las malas prácticas alimentarias son los principales factores que determinan esta deficiencia.
Son diversos los factores que están agravando la crisis de pobreza alimentaria infantil, entre ellos unos sistemas alimentarios que no proporcionan a los niños y las niñas opciones nutritivas, seguras y accesibles; la incapacidad de las familias para permitirse una alimentación nutritiva; y la incapacidad de los progenitores para adoptar y mantener prácticas de alimentación infantil positivas.
No obstante, hay casos de éxitos notables. En Burkina Faso, por ejemplo, la prevalencia de la pobreza alimentaria infantil grave se redujo a la mitad al pasar del 67% en 2010 al 32% en 2021, al igual que en Nepal, donde se redujo desde el 20% en 2011 al 8% en 2022. En Perú la tasa se ha mantenido por debajo del 5% desde 2014 pese a un prolongado período de declive económico, y en Rwanda pasó del 20% en 2010 al 12% en 2020.
Para poner fin a la pobreza alimentaria infantil, Unicef hizo un llamado a los gobiernos, las organizaciones humanitarias y de desarrollo, los donantes, la sociedad civil y la industria de alimentos y bebidas para que puedan trabajar en las siguientes líneas:
- Transformar los sistemas alimentarios de manera que los alimentos nutritivos, diversos y saludables sean la opción más accesible, asequible y deseable para los cuidadores a la hora de alimentar a los pequeños.
- Aprovechar los sistemas sanitarios para prestar servicios esenciales de nutrición con el fin de prevenir y tratar la desnutrición en la primera infancia.
- Activar los sistemas de protección social para abordar la pobreza de ingresos a través de la concesión de transferencias sociales (dinero en efectivo, vales y alimentos), de forma que respondan a las necesidades alimentarias y nutricionales de los niños y niñas vulnerables y sus familias.
Fuente: Unicef