EVOLUCIÓN. La región llegará a sus mayores niveles en 2053. Hoy la tasa de natalidad ya está por debajo del nivel de reemplazo.
El mundo alcanzó una población de 8.300 millones de personas, de las cuales, 663 millones, aproximadamente el 8,1%, viven en América Latina y el Caribe. Así lo establece la Revisión 2024 de las Perspectivas de la Población Mundial.
La revisión 2024 de las estimaciones y proyecciones de población de Naciones Unidas proyecta que la región va a alcanzar una población máxima de aproximadamente 730 millones en 2053, mientras que la población mundial tendrá su punto de inflexión en 2084, llegando a un valor próximo a 10,3 mil millones de personas.
Las transformaciones demográficas que destacan por el acelerado proceso de envejecimiento y la persistente caída de la fecundidad hacia niveles por debajo del nivel de reemplazo, traen desafíos adicionales a los ya existentes en América Latina y el Caribe, dados sus altos niveles de desigualdad socioeconómica y de acceso a bienes y servicios del Estado. Sin dudas, la demografía del presente y futuro es un asunto clave para repensar la construcción de sociedades productivas, inclusivas y sostenibles
La transición demográfica es un fenómeno global. Hoy la población continúa creciendo porque se mantiene un importante contingente de mujeres en edades reproductivas. América Latina y El Caribe tienen un ritmo más acelerado; la caída de fecundidad en la región es, en particular, un evento sin precedentes – si en la década de 1950, las mujeres de la región tenían en promedio 5,8 hijos durante su período reproductivo, en 2024 ese número es de 1,8, cifra que está por debajo del nivel de reemplazo.
Sin embargo, la región se caracteriza por una gran heterogeneidad en el proceso de transición demográfica, lo cual se debe a una combinación de factores socioeconómicos, culturales y de acceso a servicios que operan en cada país. Por ejemplo, en 1950, la tasa global de fecundidad en Argentina era de 3,2 hijos por mujer, mientras que en Bolivia era de 6,2 hijos por mujer. Para 2024, estas cifras se redujeron a 1,5 y 2,5, respectivamente. La fecundidad adolescente en la región también ha caído de manera importante en varios países, pero sigue siendo alta con relación a otras regiones del mundo.
Dicha transición -sin precedentes- ha provocado fuertes cambios en la estructura por edades de la población de la región. Si en 1950, alrededor del 41% de la población tenía menos de 15 años, hoy esa situación corresponde al 22,5%. Al mismo tiempo, la población adulta entre 15 y 64 años se incrementó de 55,6% en 1950 a 67,6% en 2024. En 2050, se proyecta que cerca del 18,9% de la población de la región estará constituida por personas mayores de 65 años, aproximadamente el doble de lo observado en 2024 (9,9%).
Estas transformaciones de la estructura por edades en el tiempo cambian la naturaleza de la razón de dependencia demográfica, indicador que da cuenta de la capacidad laboral y productiva de una población. Mientras en el pasado los niños y las niñas eran quienes más contribuían a la razón de dependencia en la región, a partir de 2046 la mayor parte serán los adultos mayores.
Además, en 2029 la región va a alcanzar el valor mínimo de razón de dependencia total, momento que representaría el punto más álgido de la ventana de oportunidades en términos de disponibilidad de población adulta para el mercado laboral. Algunos países ya se ubicaron en esa cifra en las últimas décadas: Cuba en 2008, el Brasil en 2017, Chile en 2019, y Colombia en 2022.
Diez claves para el futuro de la población mundial
- Máximo de población mundial. Se espera que continúe creciendo durante otros 50 o 60 años, alcanzando un pico de alrededor de 10.300 millones de personas a mediados de la década de 2080.
- Una de cada cuatro personas en el mundo vive en un país cuya población ya alcanzó su máximo. En 63 países y áreas, que contienen el 28% de la población mundial, el tamaño de la población alcanzó su máximo antes de 2024. En 48 países y áreas, con el 10% de la población mundial en 2024, se proyecta que el tamaño de la población alcance su máximo entre 2025 y 2054.
- Las mujeres tienen en promedio un hijo menos que en 1990. Actualmente, la tasa de fertilidad global es de 2.3 nacimientos por mujer, frente a los 3.3 nacimientos en 1990.
- La maternidad temprana tiene efectos perjudiciales. En 2024, 4.7 millones de bebés, o alrededor del 3.5% del total mundial, nacieron de madres menores de 18 años -y unos 340.000 de niñas menores de 15 años- con serias consecuencias para la salud y el bienestar de las jóvenes madres y sus hijos.
- Después de la pandemia de COVID-19, la esperanza de vida global vuelve a aumentar. A nivel mundial, la esperanza de vida al nacer alcanzó los 73.3 años en 2024, un aumento de 8.4 años desde 1995. Se proyecta que en 2054, alcance a 77.4 años.
- El crecimiento seguirá hasta fines de los 50. Se proyecta que el número de mujeres entre 15 y 49 años crezca de casi 2 mil millones en 2024 a un pico de alrededor de 2.200 millones a finales de la década de 2050, impulsando el crecimiento continuo incluso si el número de nacimientos por mujer cae al nivel de reemplazo.
- El problema de los países con poblaciones juveniles y fertilidad en declive. En unos 100 países o áreas, la población en edad de trabajar (entre 20 y 64 años) crecerá hasta 2054, ofreciendo una ventana de oportunidad conocida como el dividendo demográfico.
- Para 2080, las personas de 65 años o más superarán a los menores de 18 años. Para mediados de la década de 2030, los de 80 años o más superarán en número a los infantes (de 1 año o menos), alcanzando los 265 millones.
- Para algunos, la inmigración será el principal impulsor del crecimiento. En 50 países y áreas, se proyecta que la inmigración atenúe la disminución del tamaño de la población por la baja fertilidad y una estructura de edad más avanzada. Sin embargo, en 14 países y áreas que ya experimentan una fertilidad ultra baja, es probable que la emigración contribuya a reducir el tamaño de la población hasta 2054.
- Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres. Se requieren políticas que proporcionen licencias parentales pagadas y arreglos laborales flexibles, que apoyen el cuidado infantil asequible y de alta calidad, que ofrezcan atención integral a la población envejecida y que fomenten una distribución equitativa de las responsabilidades de cuidado y hogar entre hombres y mujeres.