EXIGENCIA. Crecen los pedidos para que se declare desastre nacional. La falta de agua. incluso para el consumo humano, es uno de los principales problemas.
“Traigan agua. Ese es el grito que sale del monte. Esto es desesperante. A lo lejos pareciera una ciudad llena de luces, pero no son luces buenas. Son los incendios que destruyen la naturaleza”. Así describe Adalid Poquiviquí el combate a los incendios forestales en los alrededores de Santa Ana de Velasco.
La situación es desesperante, mientras crece la impotencia, tras casi 20 días de batallar contra las llamas. “El fuego nos gana, pero seguimos. Vamos a terminar pidiendo en oración que Dios nos dé esa fuerza o nos dé el agua para poder terminar todo este incendio que está ocasionando mucho dolor, mucha tristeza”, afirma este aneño, que lleva casi 20 días coordinando las acciones para combatir los incendios.
La convocatoria a una cadena de oración ya está hecha. La hicieron anoche desde el altar de la iglesia de Santa Ana de Velasco, una de las poblaciones chiquitanas que ya ha visto desaparecer alrededor de 4.000 hectáreas de bosque en sus alrededores, con tres comunidades muy afectadas y en la lucha de varios días para que el fuego no entre a las zonas donde están las viviendas.
Las fuerzas se agotan
Ese es el trabajo en la zona donde su unen San Rafaelito de Suponema y San Josecito del Sarí, el fuego parece controlado, pero pocos kilómetros más adentro, el bosque sigue ardiendo. “El trabajo es a puro mochila y balde”, en un esfuerzo compartido entre una veintena de soldaditos y los pobladores, que en estos días tienen la guía de tres bomberos, dos de Direna, uno de Funsar y otros del grupo Feroces, que continuaban trabajando esta madrugada.
El viento sur ayuda a disipar el humo, pero también puede reavivar las llamas. Por eso, es urgente apagar cualquier chispa o tronco que siga ardiendo. Las brechas que se abren a machete, la mayoría de las veces no son suficientes para evitar que las llamas pasen al otro lado.
Los pedidos de ayuda surgen de diferentes zonas del departamento. Ayer, al finalizar la tarde, desde Alto Paraguá pedían auxilio porque el fuego amenazaba las casas. Hoy, la carretera que une Porvenir con San Ignacio está invadida por las llamas.
Mala calidad del aire
El humo y la contaminación del aire que provocan los incendios, se refleja en la salud de la población, y en la suspensión de operaciones aéreas. Hoy los municipios chiquitanos registran una calidad “perjudicial”, con valores cercanos a los 200 microgramos por metro cuadrado. Los vientos de sur han aliviado la situación, pero los pronósticos señalan que en los próximos días estarán en niveles peligrosos.
El fuego continúa avanzando, afectando más de 4 millones de hectáreas en el país. Los datos entregados por Fundación TIERRA, indican que, hasta el 26 de agosto, en el departamento de Santa Cruz fueron afectadas 2,6 millones de hectáreas. También hay incendios de magnitud en Beni y La Paz.
Uno de los principales problemas, junto con la falta de equipos adecuados y personal preparado, es el agua. En las zonas donde hay o hubo fuego, los cuerpos de agua se van secando y muchos animales están muriendo deshidratados. Es lo que sucede en las comunidades del AMNI San Matías; en San Fernando escasea el agua y el forraje para el ganado, mientras que en Pozones los tanques y atajados están vacíos. Tras dos meses de incendios, hasta el río San Fernando se está secando y no hay agua ni para la recarga de las mochilas.
Pedido sin respuesta
Los parlamentarios de Comunidad Ciudadana (CC) enviaron una carta al presidente Luis Arce para pedirle que, de manera urgente, declare “emergencia nacional por incendios forestales”.
Esto permitiría “movilizar todos los recursos y mecanismos disponibles a nivel nacional para extinguir los incendios”, señala la carta, agregando que “es imperativo también que se solicite la colaboración internacional, pues la magnitud de esta catástrofe supera nuestras capacidades actuales”.
Es el pedido permanente desde las zonas afectadas. “A nombre de todos los bomberos voluntarios que se encuentran trabajando en el lugar, a nombre de los guardaparques, a nombre de los niños y las personas que hoy respiran humo en esa zona. Por favor, les pedimos declarar desastre nacional”, clamó entre lágrimas una bombera al ministro de Medio Ambiente y Agua, Alan Lisperguer Rosales, mientras presentaban un Atlas de las áreas protegidas.
“No dejen que el Atlas sea un libro más para nuestros hijos, sean ustedes la voz de los que hoy estamos peleando de cerca y de frente al fuego. Por favor, son cuatro millones de hectáreas, miles de animales muertos. Sin agua no hay vida, sin bosques no hay agua, no hay nada”, dijo.
«Las manos ya no alcanzan, por favor intervención internacional le rogamos», clamó la bombero voluntaria, que acababa de llegar de San Ignacio de Velasco.
Exigen información
Movimientos como Alas Chiquitanas, Ríos de Pie y En Defensa del Valle de Tucabaca, también demandaron información a las autoridades nacionales, a través de una carta. Lo primero, una explicación sobre la metodología que usan para contabilizar las áreas afectadas; luego información accesible y que se identifique los municipios y el tipo de áreas afectadas por el fuego (bosques, pastizales, tierras fiscales u otras).
El pedido también alcanzó a la Gobernación cruceña, que no ha actualizado los datos de afectación desde el pasado 21 de agosto. Desde Alas Chiquitanas, piden una mejor coordinación con los bomberos voluntarios.
Santa Cruz registra 53 incendios forestales activos en 15 municipios. 13 de los cuales han declarado desastre.
Desde la Gobernación informaron que se han desplegado 419 brigadistas forestales y personal técnico a las zonas afectadas, además de 64 vehículos livianos y pesados. Desde que se iniciaron los incendios, se han enviado 26 toneladas de alimentos, más agua hidratante a seis municipios, a lo que se han sumado 13 toneladas de donaciones de diferentes instituciones y personas solidarias.