Vinos y singanis bolivianos ganaron 57 medallas en lo que va de 2024

CALIDAD. Los productores desarrollan diversas cepas, combinaciones y tratamientos para alcanzar la calidad que hoy se reconoce a nivel internacional.

Los vinos y singanis bolivianos ganan terreno a nivel internacional. En lo que va del año, han ganado 57 medallas en cinco de los principales concursos a nivel mundial, mientras diferentes bodegas avanzan en su proceso de internacionalización y crecen las zonas de producción en el país.

Cabernet sauvignon, sangiovese, merlot, bonarda, sirah, tannat, petit verdot y moscatel, son algunas de las cepas que se producen en Bolivia y permiten elaborar estos vinos y singanis, reflejando también el surgimiento de bodegas boutique, con producciones anuales que no superan las 50.000 botellas, y el desarrollo de cadenas que integran a los productores de uva y bodegueros de diferentes regiones.

Este año en la lista de reconocimientos, a las tradicionales bodegas tarijeñas, con producción del Valle de la Concepción y Santa Ana, se sumaron bodegas de Samaipata, en Santa Cruz; Sipe Sipe y Vinto, en Cochabamba; y  Camargo y Cinti, en Chuquisaca.

El International Wine Awards Virtus, en Lisboa, en Portugal; el Concurso Internacional Bacchus, en Madrid, España; el Concours Mondial de Bruxelles, que se realizó en Guanajato, México; el Brasil Wine Challenge, en Bento Goncalves; y el Spirits Selection by CMB, que este año se realizó en Renhuai, China, son las competencias donde la producción nacional ha brillado.

El objetivo es sumar algún reconocimiento más en Catad’or World Wine and Spirits Awards, que se realizará el próximo mes en Chile, donde habrá alrededor de 2.200 bebidas en competencia.

Diversidad y calidad

Parte de la oferta de las bodegas nacionales y de las botellas ganadoras, se puede catar y disfrutar en el Wine Fest que se realiza hasta hoy en Santa Cruz, en el edificio del antiguo Colegio Santa Ana. Luis Guzmán, uno de los organizadores de la muestra, destacó el nivel al que están compitiendo las bodegas nacionales; por ejemplo, en México, obtuvieron seis medallas, dos de oro y cuatro de plata, entre más 7.500 muestras provenientes de 42 países.

En Bacchus, tal vez la cita más importante de la industria vitivinícola, Bolivia alcanzó 18 medallas en las diferentes categorías, entre ellas dos medallas Gran Oro, en una competencia que tuvo 100 jurados de 30 nacionalidades, los que tuvieron que evaluar 1.987 muestras de 22 países.

El mayor reconocimiento fue para Bodega Uvairenda, en su primera incursión en este tipo de concursos con sus vinos 1750 y que logró el reconocimiento para su Cabernet Sauvignon, cosecha 2019; y para Bodega 8 Estrellas, de Camargo, con su Singani Premium.

El jueves pasado, durante una cata realizada en la Universidad Univalle, los especialistas explicaron las virtudes de algunas de las botellas premiadas y que reflejan la historia de sus productores y sus viñas.

La incorporación de nuevas cepas, el tiempo de cosecha, diversas combinaciones, toques de especias y frutos, diferentes tiempos de maduración y el uso de barricas de maderas diferentes, son algunos de los elementos que inciden en la calidad.

Bebidas con historia

Por ejemplo, el Sangiovese 2019 de Magnus, proviene de una bodega que nació produciendo vino patero; y en Uvairenda, después de 20 años, se consolida la producción en Samaipata y se extienden a los valles cruceños, donde han encontrado condiciones adecuadas para la producción de vinos de alta gama.

Kohlberg es una tradición en la vitivinicultura boliviana. Hace algunos años, lanzó Icono, su línea premium, que conjuga tecnología, pero también la historia de la familia. El Elia Rosa 2016, es un vino que surge de viñedos con más de 58 años y que combina cinco cepas. El nombre es un homenaje a la esposa del fundador de la bodega y las variedades, representan a sus cinco hijos.

Marqués de la Viña es una bodega cochabambina, que obtuvo varios premios, entre ellos un Bacchus de Oro, por su Assemblage 600, un trivarietal que combina tannat, bonarda y syrah, de la cosecha 2021. El 600 hace alusión a la cantidad de botellas que se lanzaron al mercado.

Cruce del Zorro y Barbacana son dos bodegas boutique que se destacan desde Tarija. De hecho, la primera es la más laureada, con 11 medallas en lo que va del año, con vinos como La Curiosa Tannat 2022 o La Viuda Descalza 2022. Otra bodega tarijeña destacada es Kuhlmann, que obtuvo una medalla de oro en el Concours Mondial de Bruxelles, con Gran Patrono 2019, su Gran Reserva Marselán.

El crecimiento en Santa Cruz

La vitivinicultura cruceña avanza con bodegas consolidadas en Samaipata, a las que se van sumando otras nuevas en zonas de los valles cruceños, como Pampagrande. Este año, además de la medalla en Bacchus, Uvairenda obtuvo otra medalla Gran Oro en Virtus, con su vino 1750 Gran Reserva Cabernet Sauvignon2020.

Otra de las pioneras en la zona, la bodega Landsua, obtuvo tres medallas durante este año. Un Bacchus de oro y dos de plata, con sus vinos Abra del Toro Cabernet Sauvignon 2017, Abra del Toro Pinot Noir 2016 y Castilla Merlo Tempranillo 2020.

Este vino ganó Gran Medalla de Oro. Su etiqueta refleja el gran aporte de las mujeres en las diferentes fases de producción.

Los singanis avanzan

En el mundo de las bebidas espirituosas, el emblemático singani boliviano debe competir con otros destilados, como licores, pisco y ron. En ese espacio también hay triunfos bolivianos. Entre ellos, destaca el Númina 2023, que ya le dio dos medallas a Bodega Vacaflores con solo ocho meses de funcionamiento.

También está El Marqués 2021, de Marqués de la Viña, en Vinto, que trajo una medalla desde China; y Reconquista, un singani de productor anónimo, pero que ya luce una medalla en sus botellas.

La producción avanza y las técnicas se van depurando. El sector boliviano de vinos y bebidas espirituosas, apuesta por el crecimiento y nuevos reconocimientos en 2025.

Númina, a la derecha, ganó dos reconocimientos en apenas ocho meses. Reconquista también luce su medalla, es creación de un productor que prefiere el anonimato.