AMENAZA. Gota a gota, en silencio, bajo la complicidad de actores estatales y particulares, ingresan en el agua diáfana por el subsuelo cruceño, sustancias contaminantes, que generan un futuro incierto para el consumo de agua potable y la salud en la región más pujante de Bolivia.
Antonio Eid Peredo, comunicador *
Aquel 7 de febrero no fue la primera vez que Liliana Jaldín increpó a un camionero. Repetidas veces, el mismo vehículo se deshizo de toda su carga de restos de cuerina fresca que emanaba un olor insoportable, dejándola en un lote cercano. Sin embargo, sí fue la primera ocasión en que Liliana, presidenta del barrio Milagros del Sur, del distrito 14 de Santa Cruz de la Sierra, grabó a los infractores y publicó la denuncia en la página de Facebook de su barrio.
El camión que tenía el logo de la empresa COTRABOL (Cooperativa de Servicios de Transporte de Materiales de Construcción) con placa 071-NGE, fue impedido de descargar 10 cubos de cuerina tóxica. Este material, además de no biodegradarse, para su elaboración requiere el uso de químicos cancerígenos -como el cromo- que despide olores tóxicos. Más aún cuando llueve, porque se remoja e infiltra en el suelo, con el evidente riesgo de contaminar el agua subterránea.
Este caso no es aislado, es parte de la red de causas de contaminación del agua, explicada en un estudio zonificado realizado por el Gobierno Autónomo Departamental (GAD) de Santa Cruz, el año 2022. Tras tomar y analizar muestras de 80 pozos de entre 0 y 150 metros de profundidad, advirtió la presencia de contaminantes orgánicos, bacteriales y minerales, en los municipios metropolitanos de Santa Cruz.
Entre las causas, está la escasa cobertura de alcantarillado sanitario originado por el veloz e improvisado crecimiento urbano, que a través de la mala disposición de los lodos fecales y aguas residuales, contamina los reservorios de agua. También se identifica a la actividad industrial con sus efluentes, la gestión de los residuos sólidos en los llamados botaderos, vertederos o basurales, y la existencia de minerales, como hierro y manganeso en el subsuelo.
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Restos de cuerina en algunos sectores del Barrio Milagros del Sur.
Ir más profundo
El hecho de encontrar contaminantes en el agua subterránea, obligó desde hace algunos años a las cooperativas proveedoras de agua potable a perforar pozos más profundos. De hecho, SAGUAPAC, la cooperativa con mayor cobertura en Santa Cruz de la Sierra, pasa los 300 metros de profundidad para no encontrarse con contaminación, ya sea de bacterias, nitratos o minerales existentes en el subsuelo.
Esta práctica, en palabras de la hidrogeóloga Mónica Guzmán, es escaparse del problema de la contaminación, y a su vez correr el riesgo de acelerarla, debido a la succión generada por el bombeo de los pozos.
Generalmente, a las autoridades «les importa lo que sucede sobre la tierra y no bajo ella’’, dice Guzmán especializada en acuíferos de Santa Cruz. Indica que gran parte de ellos están conectados entre sí, es decir que la contaminación de un acuífero puede llegar a otro.
Perforación ilegal de pozos
A esto se le añade una realidad paralela que profundiza la problemática: la perforación ilegal de pozos. Se estima que la mayoría son particulares y no cumplen con la normativa mínima que garantiza seguridad ante la posible contaminación.
Sandra Viera, supervisora territorial de la Unidad de Salud Ambiental, indica que varios negocios y personas particulares hacen perforar sin cumplir con la infraestructura y seguridad de los pozos. Un claro ejemplo de esto, es la distancia entre la perforación y los baños de estos negocios, que debería ser como mínimo 30 metros. Esto no se cumple y se salta la norma NB-689.
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Fuente: Youtube de GIZ Bolivia, pozos de agua de cooperativas y de particulares.
Este riesgo fue informado por la consultora BGS (British Geological Survey) en 1997, advirtiendo del «acuífero cárcel’’ sobre el que se erige hoy el área metropolitana de Santa Cruz, donde los municipios construyeron sus áreas urbanas y periurbanas encima de los acuíferos de los que a su vez se abastecen. Esto genera alarma, debido a la limitada cobertura de alcantarillado sanitario en los municipios metropolitanos: Cotoca, Porongo, La Guardia, Warnes, El Torno y Santa Cruz de la Sierra.
El acuífero más importante bajo riesgo
Hace algunos años las urbanizaciones Canaan 74, María Auxiliadora y la planta de biodiesel de Palmasola, a ojos de las autoridades competentes de regular, se asentaron en el curso del ahora agonizante Río Blanco, el cumplimiento del artículo 8 de la ley departamental 208, que dictó la creación de la Unidad de Conservación del Patrimonio Natural (UCPN), Güendá – Urubó. Dicha resolución indica que este sector es un corredor de infiltración preferencial, que se conecta con el Parque Regional Lomas de Arena.
A finales de agosto de 2024, el periodista Carlos Valverde denunció un derrame de biodiesel de dicha planta. La contaminación de agua a causa de este líquido puede alterar la calidad del agua y facilitar la movilización de otros contaminantes presentes en el suelo.
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Fuente: Damián Vaca, Red Biodiversidad, agosto de 2024.
¿Zonas periurbanas consumen agua contaminada?
En San Miguel de los Junos también enfrentan problemas. Un estudio de agua potable en boca de pozo, de 5 de abril de 2024, demuestra que en San Miguel el agua contiene un nivel de coliformes totales de 39, siendo 1 el máximo permitido por la norma NB-512 de agua potable.
Erlan Chávez, especialista de la Unidad Técnica de Apoyo a los Laboratorios (UTALAB) de la Universidad Gabriel René Moreno, indica que esa cantidad de coliformes es dañina para la salud. Esa agua, en palabras de Jaime Landívar, presidente del Barrio San Miguel de los Junos, es repartida directamente por la red. A enero de 2025 continuaba siendo consumida por alrededor de 50 familias.
Jaime no lleva a sus hijos al hospital de su barrio. «La mayoría de acá nos automedicamos porque en el hospital nos recetan paracetamol y nos mandan a casa’’, afirma.
Un 75% fuera del rango mínimo
La Unidad de Salud Ambiental del GAD, que realiza la vigilancia sanitaria de la calidad del agua, en su informe anual de 2024, indicó que dentro de su área de cobertura, el 75% de las cooperativas de agua potable del departamento no cumplió con la norma NB-512. Es decir, no llegan al rango mínimo aceptable de cloro que debe indicar la prueba de laboratorio.
En la reunión de coordinación de la Asociación de Municipios de Santa Cruz con las cooperativas del departamento, el director de la Unidad de Salud Ambiental, Jaime Quinteros, aclaró «que no tenga cloro no quiere decir que esté contaminada, pero sí que tiene alto riesgo de contaminación’’. Por ello, se debe tener en cuenta la profundidad, antigüedad y los riesgos de contaminación de cada pozo.
El mismo informe anual de 2024 señala que de ocho cooperativas urbanas inspeccionadas, las únicas que cumplen con el 99% de la cloración en el total de muestras, son SAGUAPAC y SAJUBA, las otras seis demostraron tener bajos rangos de cloro.
También establece que de doce cooperativas y comités de agua potable del área periurbana inspeccionados, ocho no cloran, incumpliendo la ley 2066. Cabe resaltar que la cooperativa SEAPAS, de El Torno, es la única que cumple la normativa boliviana que regula la calidad del agua potable NB-512.
Impacto sobre la salud
Tomar frecuentemente agua con coliformes, como lo hacen las familias de San Miguel de los Junos, acarrea riesgos. La Organización Mundial de Salud (OMS) indica que, a corto plazo, ocasiona problemas gastrointestinales, enfermedades diarréicas agudas (EDAs), vómitos y dolor intestinal. A mediano y largo plazo, según el institutodelagua.es, se produce deshidratación, desnutrición y puede degenerar en enfermedades crónicas como problemas renales, hepáticos y trastornos del sistema nervioso, además de problemas en el desarrollo infantil.
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Fuente: Informe de la Unidad de Enfermedades de Transmisión de Alimentos (ETAS), diciembre de 2024.
Según la OMS, la diarrea es la tercera causa de muerte en niños menores de 5 años. En la gestión 2023 se registraron 223.971 casos en todas las edades, durante el año 2024, fueron 218.200, siendo los menores de 5 años, el 45.27%, del total, según el informe de la Unidad de Salud Ambiental de la Gobernación.
Por su parte, Carmen Mollinedo, responsable de ETAs del Servicio Departamental de Salud (Sedes), afirma que 62 de cada 10.000 personas en Santa Cruz presenta enfermedades diarreicas agudas, y aclara que cerca al 70% se dan a causa de intoxicaciones cruzadas y mala manipulación de alimentos.
Además de que el sistema de salud boliviano todavía no tiene los mecanismos suficientes para determinar las causas específicas de cada diarrea, ya sea por intoxicación o por consumo de agua contaminada.
Pozos ciegos fuera de norma
Ruddy M., de 30 años y vecino del Plan 3000, zona que tiene alto índice de EDAs, mientras toma agua del botellón que compra cada semana, cuenta que el agua de su casa la provee SAJUBA y la del frente donde viven sus tíos, la provee COOPLAN. Explica que ambas aguas tienen un gusto y color diferente, pese a que los pozos de ambas cooperativas están cerca y asegura que desde que dejó de tomar agua del grifo, han parado los episodios gastrointestinales en su familia.
Ruddy es albañil y trabajó construyendo pozos ciegos en áreas periurbanas. Cuenta que en la mayoría de los pozos que hizo, sus contratantes prefirieron ahorrar en material, comprando la «opción económica’’, compuesta de anillos armables y no así la estructura adecuada con ladrillo adobito y cámara séptica para evitar la contaminación.
«Es preferible ahorrar dinero que proteger el agua que bebemos’’, ironiza. Ruddy.
Recuerda haber construido al menos 50 pozos ciegos desde el año 2018, de los cuales, «apenas cuatro’’ tenían la estructura adecuada que evita la infiltración de contaminantes en el subsuelo. Su testimonio refleja el deficiente saneamiento del área metropolitana, que apenas llega al 50%, uno de los principales riesgos para los acuíferos.
Estas cifras y testimonios reflejan la crítica situación que enfrenta el área metropolitana de Santa Cruz y la urgencia de adoptar medidas para proteger sus aguas subterráneas. Mientras la falta de acción y la indolencia de algunos actores sigue agravando el problema, es imperativo que ciudadanos, empresas y autoridades trabajen juntos para detener esta contaminación invisible.
El agua que hoy bebemos no sólo define nuestra salud, sino también el futuro de las próximas generaciones. ¿Qué elegiremos: acción o complicidad con la contaminación silenciosa?.
Foto principal: La contaminación en el canal de drenaje que desemboca en el Distrito 14. Foto: Antonio Eid
- Este reportaje se elaboró en el marco del Fondo Concursable de Apoyo a la Investigación Periodística, organizado por la Fundación para el Periodismo (FPP) ‘Spotlight XXI’.