Banco Mundial: el sistema alimentario mundial tiene la capacidad de sanar el planeta

EMISIONES. El informe destaca a Bolivia en el grupo de los países con el mayor potencial de mitigación de gases de efecto invernadero.

El sistema agroalimentario global ofrece una enorme oportunidad para reducir casi un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero hasta 2030, a través de medidas asequibles y económicas, sin dejar de proveer alimentos a una población en constante crecimiento. Para ello es necesario modificar la forma en la que los países de ingreso mediano utilizan la tierra, los bosques y los ecosistemas para la producción de alimentos, señala un nuevo informe del Banco Mundial.

El informe, Recipe for a Livable Planet: Achieving Net Zero Emissions in the Agrifood System (Receta para un planeta habitable: Cómo alcanzar las cero emisiones netas en el sistema agroalimentario), detalla las medidas que cada país puede adoptar. Estas medidas harán que el suministro de alimentos sea más seguro, ayudarán al sistema alimentario a resistir mejor el cambio climático y protegerán a las personas vulnerables durante esta transición.

«Aunque la comida en tu mesa tenga un buen sabor, también es una porción considerable del pastel de emisiones de cambio climático», dijo Axel van Trotsenburg, director gerente sénior del Banco Mundial.

«La buena noticia es que el sistema alimentario mundial tiene la capacidad de sanar el planeta, haciendo que los suelos, los ecosistemas y las personas sean más saludables, mientras mantiene el carbono en la tierra. Esto puede lograrse durante nuestras vidas, pero los países deben actuar ahora: con solo modificar la forma en la que los países de ingreso mediano utilizan la tierra, los bosques y los ecosistemas para la producción de alimentos, se puede reducir un tercio de las emisiones para 2030», aseveró Trotsenburg.

El informe señala que el sistema agroalimentario es una fuente enorme y desaprovechada de acción climática de bajo costo. A diferencia de otros sectores, puede tener un impacto desproporcionado en el cambio climático al reducir las emisiones y extraer carbono de forma natural de la atmósfera.

Es necesario que todos los países adopten medidas con el propósito de alcanzar las cero emisiones netas. Para ello, deben utilizar un enfoque integral orientado a reducir las emisiones de los sistemas alimentarios, lo que incluye a los fertilizantes y la energía, los cultivos y la producción ganadera, y el envasado de la producción y su distribución en toda la cadena de valor, desde la granja hasta la mesa.

En el informe se señala que los beneficios de invertir en esta reducción de son mucho más grandes que los costos. Para reducir a la mitad las emisiones del sistema agroalimentario en 2030 y avanzar hacia el objetivo de las cero emisiones netas en 2050, será necesario que las inversiones aumenten en 260 mil millones de dólares al año. En la actualidad, se gasta el doble en subsidios agrícolas, muchos de los cuales tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente. Aunque se pueden financiar algunas de estas inversiones mediante el recorte de los subsidios mal aprovechados, es fundamental conseguir recursos adicionales.

Realizar estas inversiones generaría más de 4 billones de dólares en beneficios, desde mejoras en la salud humana, seguridad alimentaria y nutricional, mejores empleos de calidad y ganancias para los agricultores, hasta más carbono retenido en bosques y suelos.

El rol de Bolivia

El informe menciona a Bolivia en diferentes pasajes relacionados con la deforestación, la mitigación de emisiones y el empoderamiento de los pequeños agricultores. De acuerdo al documento, Bolivia es responsable del 4% de las emisiones globales por deforestación impulsada por la producción de commodities, situándose detrás de Brasil, Indonesia y Malasia. La producción de commodities como la soja y la ganadería son las principales causas de la pérdida de bosques.

No obstante, también lo destaca entre los 15 países, en su mayoría de ingresos medios, que representan el 62% del potencial de mitigación de emisiones más rentable del mundo. Esto subraya la importancia de Bolivia en la reducción de emisiones en el sistema agroalimentario global.

También destaca la experiencia de pequeños agricultores que mejoraron su poder de negociación en los mercados de productos, típicamente controlados por intermediarios y grandes agroprocesadores, poniendo énfasis en la importancia de tener redes de agricultores y plataformas de aprendizaje apoyadas por los gobiernos locales y nacionales, así como por organizaciones de la sociedad civil​.

El documento del Banco Mundial establece la ruta que deben seguir los países, agrupándolos en tres grupos. Foto: Freepik

Tres rutas

Reconociendo que los países alcanzarán sus objetivos climáticos de diferentes maneras, el informe identifica un menú de soluciones en tres grupos.

  • Los países de altos ingresos pueden señalar el camino, brindando más apoyo a los países de bajos y medianos ingresos para que puedan adoptar métodos y tecnologías agrícolas de bajas emisiones, incluida la asistencia técnica para programas de conservación forestal que generen créditos de carbono de alta integridad. También pueden desplazar los subsidios de las fuentes de alimentos de alta emisión. Esto revelaría su precio real y ayudaría a que las opciones de alimentos de baja emisión, en comparación, sean más baratas.
  • Los países de ingreso medio desempeñan una enorme función, pues tienen la capacidad de disminuir hasta tres cuartas partes de las emisiones globales del sistema agroalimentario mediante prácticas más verdes, como la reducción de las emisiones del ganado y el arroz, inversión en suelos saludables y reduciendo la pérdida y el desperdicio de alimentos, además de haciendo un uso más eficiente de la tierra. De hecho, un tercio de las oportunidades para reducir las emisiones del sistema agroalimentario se relacionan con el uso sostenible de la tierra en los países de ingreso medio.
  • Los países de bajos ingresos pueden trazar un camino diferente, evitando los errores cometidos por los países más ricos y aprovechando las oportunidades climáticamente inteligentes para impulsar economías más verdes y competitivas. La preservación y la restauración de los bosques fomentan el desarrollo económico sostenible de los países de ingreso bajo, dado que más de la mitad de las emisiones de los sistemas agroalimentarios provienen de la deforestación para producir alimentos.