Bosque Chiquitano: la segunda versión está en marcha con 19 restaurantes y más sabores

GASTRONOMIA. Los productos silvestres son los protagonistas de la actividad que se prolongará hasta el 25 de abril.

Palmito de cusi, almendra chiquitana, salsa de asaí, agua chile de mangaba, sorrentinos chiquitanos, cheesecake amazónico, panacota chiquitana, puré de joco, trufas de cacao silvestre, picolé de cusi, crema de arveja chiquitana, frutos secos en aceite de cusi, cóctel de pitón, flor de plátano, mouse de guanabana, encurtido de pitahaya, mantequilla de urucú, tancapí y ají de joco, entre otros sabores y platillos, forman parte de un variado menú que el público podrá disfrutar hasta el 25 de abril.

Y forman parte de la oferta de los 19 restaurantes que son parte de la segunda versión de “Bosque Chiquitano, destino gastronómico”, una iniciativa que promueve la sostenibilidad ambiental, pero también pone en valor recursos naturales únicos y olvidados e impulsa el consumo responsable. Todo, bajo la premisa de que “lo que no se conoce, no se valora; y lo que no se valora, no se protege”.

El Centro de Promoción Agropecuaria Campesina (Cepac), en colaboración con el Proyecto Mercados Inclusivos de Swisscontact en Bolivia y con el financiamiento de la Iniciativa Ambiental Unión Europea -Suecia, lidera la actividad que también busca conectar productos de la agrobiodiversidad del bosque con el mercado local.

Cocina de autor con sabor silvestre

Por estos días, esos productos se integrarán en el menú de los 19 restaurantes que ofrecen cocina de autor de diversos estilos. 2025 marca un avance significativo con relación a 2024, cuando eran 13 restaurantes y no se conocía lo que era el bosque chiquitano y el objetivo era sensibilizar al público ante la constante pérdida de superficie boscosa.

Eso no ha cambiado, sigue siendo el mayor problema para la biodiversidad y las familias indígenas que viven junto al bosque. No obstante, este año el evento también “celebra las iniciativas que existen para la conservación del bosque y que buscan mejorar la vida de las familias de la Chiquitanía”, afirma el director de Cepac, Widen Abastoflor.

Los restaurantes son nuestros aliados y nos ayudan a sensibilizar a la gente a través de la oferta de menú para consumidores conscientes; también están contribuyendo a que los productos del bosque tengan valor comercial y eso ayuda a mover la economía de las familias indígenas”, explica.

 

Destacados chefs y restaurantes que ofrecen cocina de autor, participan en este evento. Entre ellos, Camila Lechín, de Hapo; Esteban Rojas, de Botánica; y Javier Libera, de El Aljibe.

Los restaurantes que participan en este destino gastronómico son: Botánica, Cristian Mora, El Aljibe, El Gallo Francés, Mariposario Güembé, Hapo, Hito, La Villa Chiquitana, La Barra, La Suisse, Manechi, Menta, Nativo, Raffine, Sacha, Tres Raíces, Tributo, Typica y Volare.

Diversidad y valor agregado

Cada restaurante tiene una característica particular y eso se refleja en los platos que ofrece. Este año se sumó una cafetería, una pizzería, hay opciones veganas y vegetarianas, comida típica y japonesa, entre otros, donde los diversos productos se han integrado.

Lo más importante es que esto tendrá un efecto dinamizador en la demanda y, por lo tanto, en la economía de las comunidades. Hoy se ofrecen alrededor de 30 productos recolectados y transformados en las mismas comunidades, como diversas pulpas de fruta, lmendra chiquitana, harinas de plátano y de yuca, leche y palmito de cusi, mieles del bosque y café, como el Makanaté.

Abastoflor destaca que están trabajando en la consolidación de alianzas para la comercialización, donde los recolectores y productores se concentran en el acopio y la transformación primaria, y se están uniendo a Pymes urbanas que ya cuentan con los mecanismos para entrar al mercado urbano, como los empaques, los controles de calidad y la formalización de la empresa.

El café, la miel y la almendra chiquitana ganan terreno.

Lo más importante es que los beneficios para la comunidad no solo aumentan por la cantidad, sino por el valor agregado que ofrecen. Por ejemplo, el valor de la almendra tostada aumenta entre un 30 a 35% con relación a la cruda, o del asaí y el guapurú, que se ofrecen en diferentes presentaciones.

Cuando “Bosque Chiquitano” finalice, varios de los productos permanecerán en los menús. Eso convierte al restaurant en un nicho de mercado que tendrá demanda permanente, ese es el objetivo. La demanda está creciendo. Si hace dos años comercializaban entre 100 ó 200 kilos de almendra chiquitana, hoy están recolectando entre 400 y 500.

Espacio para la cosmética

El aceite de cusi también se consolida en el campo de la estética a través de champús, cremas, jabones. Ahora también se trabaja con el isotobu como jabón. El objetivo es ingresar al sector de los restaurantes y hoteles, y también lograr espacio entre el público en general.

Algunos de estos productos ya se pueden encontrar en cadenas como Farmacorp o Amarket, donde se vende la almendra y la barrita chiquitana. Y en otros se está negociando para ser parte de la cadena de distribución. El desafío es cómo aprovechar de la mejor manera cada uno de estos productos, que ahora pueden atender la demanda, pero en algún momento enfrentarán limitaciones naturales, precisa Abastoflor.

«Bosque Chiquitano, destino gastronómico» también cuenta con el apoyo de Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC), PROCESO, FAO Bolivia, WWF Bolivia, Apoyo para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (Apcob) y la Universidad para el Desarrollo y la Innovación (UDI).

En este enlace pueden encontrar la información sobre los restaurantes que participan y los menús que ofrecen.