IMPACTO. En 2023, los incendios devastaron cerca de 40.000 hectáreas de las comunidades indígenas Tacana, Tsimane y Moseten. 11 meses después, recién están logrando recuperar sus cultivos.
Por Erika Bayá / RAI
En noviembre de 2023 ardió como nunca antes el territorio de varias comunidades del norte de La Paz y el Beni, afectando los medios de vida de los pueblos Tacana, Tsimane y Moseten que habitan las cercanías del Parque Nacional Madidi y las entrañas de la Reserva de la Biósfera y Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Pilón Lajas.
Aún sigue fresca en la memoria de los habitantes de estos pueblos, todos los momentos dramáticos que vivieron a consecuencia de esos incendios forestales. Y aunque recién se están recuperando económicamente, el fantasma del fuego amenaza nuevamente su territorio, con los incendios de este 2024, que ya han quemado más de 10 millones de hectáreas en Santa Cruz, Pando y otras zonas de Beni y La Paz, una cifra que sigue en aumento tomando en cuenta que la sequía persiste.
En este escenario devastador, hay temor y las poblaciones de estos parajes tan ricos y biodiversos, no tienen las herramientas para enfrentar nuevamente al fuego.
Según datos de la oenegé WCS (Wildlife Conservation Society), se ha calculado que dentro del Parque Nacional y ANMI (Área Natural de Manejo Integrado) Madidi en 2023 se quemaron 20.654 hectáreas, siendo la zona de uso de recursos naturales, la más afectada. En el caso de Pilón Lajas se quemaron 19.141 hectáreas, sobre todo en la zona de uso intensivo.
«Perdí todo de la noche a la mañana»
“Los incendios de 2023 han sido penosos, hemos quedado en la ruina. Yo perdí todo de la noche a la mañana, quedé desmoralizado. Una semana antes el café de mi chaco estaba floreciendo, era la mejor parcela, también tenía cacao y plátano, pero saltó el fuego y se quemó todo. Prácticamente empezamos de nuevo con el apoyo de algunas instituciones que nos dieron semillas, con eso estamos produciendo ahora”, relató Federico Chipunavi Duri, ex corregidor de la comunidad Tres Hermanos.
Esta fue una de las más afectadas en San Buenaventura (La Paz). Hace tan solo 11 meses, él tuvo que salir evacuado junto a 25 niños porque el fuego rodeo sus viviendas y la vida de todos estaba en peligro. Se quedaron los más jóvenes para combatir las llamas y defender sus casas.
“Estos incendios han sido a causa de la gente que ha obrado de mala fe. El fuego vino río abajo y también de la Empresa Azucarera San Buenaventura EASBA que estuvo quemando cordones, eso también nos ha afectado. Ese fuego fue bordeando los cañaverales y cuando llegó a Altamarani, se esparció hacia nuestra comunidad, las chispas volaban con el viento. Desde que vivo aquí, nunca había visto incendios, nunca, siempre hemos chaqueado responsablemente”, recalcó Federico Chupinavi.
La comunidad tacana
Tres hermanos es una comunidad tacana fundada en 1991 por los hermanos Chipunavi y uno de ellos es Federico. Actualmente son 23 familias, aproximadamente 82 habitantes. Viven de la agricultura, siembran y cosechan maíz blando, arroz, plátano, yuca, cítricos, café y cacao; dependiendo la época también se dedican a la pesca y al aprovechamiento forestal. Están ubicados detrás de los cañaverales de la Empresa Azucarera San Buenaventura. Es más, para ingresar a su hogar, deben atravesar los portones de EASBA.
David Chipunavi Suárez, actual corregidor de la comunidad, recuerda con tristeza ese gran incendio. Lucharon contra el fuego sin ayuda de nadie ni del municipio, apenas tenían cinco fumigadoras y algunos baldes y bañadores; cuando vieron que las llamas los estaban rodeando, consiguieron una maquinaria que les facilitó un aserradero vecino para hacer corta fuegos. “En 15 días se quemó todo. No sabemos cuánto exactamente, pero más o menos el 40% de nuestro territorio”, detalló.
Según la autoridad comunal, se están tomando todas las precauciones para que el fuego no vuelva a entrar al monte. «Estamos sobreviviendo con lo poco que nos ha quedado. Hemos sembrado de nuevo y después de nueve meses de la tragedia, recién estamos cosechando arroz y maíz para nuestro consumo. Lo único que vendemos es el plátano, ese es nuestro sustento”, explicó.
“Aunque el incendio no se inició aquí, todos estamos cuidando, no queremos que suceda lo del año pasado, sino el bosque va a quedar más triste», dijo el corregidor
Y es que «ahora corremos más riesgos que el año pasado», añadió Herman Chipunavi Suarez, ya que después de los incendios el monte tiene bastante combustible ya que los árboles quemados son como carbón, parecen verdes y es porque están llenos de bejucos.
La duda
«A los pueblos indígenas la ABT nos dice cero quemas ¿pero de que vamos a vivir? ¿Cómo vamos a preparar la tierra?» Son algunas de las interrogantes que se plantean en esta temporada que los chaqueos están prohibidos, a pesar de que los Tacanas manejan de manera sostenible su territorio y tienen documentación de planes de chaqueo y desmonte, aprobados.
De acuerdo a los relatos de Federico, antes chaqueaban desde julio hasta septiembre, luego venían las lluvias, pero el clima ha cambiado, el año pasado fueron cuatro meses de sequía y luego llegaron los incendios. “Se han quemado hasta las semillas, el fuego penetraba la tierra como con soplete, había viento, eran nubes de humo, por eso empezaron las enfermades de la vista y el estómago, murieron nuestros animales de granja, incluso nuestras mascotas”.
“Tenemos temor de que el fuego vuelva y aunque tuvimos talleres de capacitación en incendios forestales que organizó el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA) en coordinación con el municipio y otras organizaciones, no es suficiente. “De nada sirve capacitarnos si no tenemos las herramientas, apenas tenemos algunas mochilas”, dijo Federico Chupinavi.
Falta equipamiento
De acuerdo a Alejandro Sensano, responsable de la Unidad de Gestión de Riesgos del municipio de San Buenaventura, si bien han empezado un plan de capacitaciones en incendios forestales a la población, comunidades e incluso a la Armada boliviana, aún están tratando de conseguir equipamiento.
“Con el apoyo de la FAO y varias oenegés estamos trabajando en prevención y medidas anticipatorias. No queremos que se repita la tragedia del año pasado que afectó gravemente a las comunidades: Buenavista, Altamarani y Tres Hermanos. En Buena Vista, incluso se quemaron cuatro casas, más bien no sufrimos la pérdida de vidas humanas”.
Comentó que, en San Buenaventura, ya tienen el Sistema de Alerta Temprana aprobado por Decreto Municipal, eso les permite hacer seguimiento y monitoreo a través del Sistema de Información y Monitoreo de Bosques SIMB, que reporta focos de calor y cuando detectan algo, inmediatamente dan aviso a las comunidades y hacen las verificaciones. Según Sensano, hay siete procesos del año pasado en la ABT con multa y este año se tiene previsto un seguimiento más fuerte a los infractores.
A las actividades de prevención también se ha sumado el Parque Nacional y ANMI Madidi y han entrado a capacitar a las comunidades, incluso a las que están fuera del área, ya que estos dos últimos años los incendios en la zona se han incrementado y suceden cada vez más próximos al Madidi, explicó el técnico de monitoreo, Armando Isla.
Para Isla, la presión de la extensión agrícola es fuerte, así como el avance la minería ya que muchas comunidades han acabado con su madera y ahora se dedican a la actividad minera, una amenaza que también desencadena en incendios forestales, explicó.
TUMI se reactiva lentamente
En febrero de 2023 las mujeres de Tres Hermanos habían iniciado TUMI, un emprendimiento comunal para elaborar jabones de tocador y medicinales en base a productos del bosque, para esto la comunidad puso en conservación 28,5 hectáreas exclusivamente para el aprovechamiento moderado de plantas, frutos, cortezas, bejucos y la miel de las abejas silvestres. Cuando ya tenían producción y algunos mercados asegurados, en noviembre empezaron los incendios y se quemó más de la mitad de esta área, truncando una actividad económica en la que habían puesto todas sus esperanzas.
“Después de los incendios, dejamos de hacer nuestros jabones, perdimos los mercados y ahora que las plantas se están recuperando estamos empezando nuevamente poco a poco”, nos dijo Mariela Chipunavi Suárez, presidenta de la Asociación de Mujeres y del emprendimiento Tumi.
Mariela recuerda con lágrimas en los ojos el gran incendio de 2023, sobre todo cuando tuvieron que evacuar a los niños y abuelos, ese día en medio de la densa humareda los pequeños tuvieron que separarse de sus padres en medio de una escena de drama y llanto. “Ellos creían que ya no nos iban a encontrar”.
Volviendo al presente, ella relata que el bosque ya no es el mismo, no solo se ha quemado, sino que tampoco hay las distintas especies de abejas nativas que habitaban estos montes y cuyas mieles eran el ingrediente de sus jabones. “Con ayuda de una organización hemos tenido que hacer un criadero para que poco a poco retornen al territorio”, explicó Mariela.
Conocimiento ancestral
Tumi en lengua tacana significa motacú, cuyo nombre científico es Attalea prínceps. Es precisamente el aceite de esta palmera el que se utiliza como ingrediente principal para mezclar con las pulpas de los distintos frutos silvestres, las cortezas que dan como resultado jabones para uso cosmético y medicinal. Todo este conocimiento es ancestral, destaca la presidenta del emprendimiento. Un negocio que además es parte de la Marca Tacana junto a otros proyectos de conservación de las diferentes comunidades tacanas de San Buenaventura.
“Para nosotros nada es fácil, el Estado no nos mantiene, hemos autogestionado el camino, la luz, el agua. Todo lo que ha pasado es culpa del gobierno, nosotros no hemos ocasionado el incendio, el fuego entró de afuera, esto ha sucedido porque los Tacanas estamos luchando por minería cero y nos hemos declarado en contra de la palma aceitera”.
“Tanto conservar el bosque, el río y los mineros lo hacen “talco”. Nosotros lo sentimos, lo vivimos cada día, en estos territorios hay hambre, hemos perdido nuestros pollos, chanchos, patos, incluso nuestros perros, recién nos estamos reactivando”.
Mariela Chipunavi, quiso referirse también al ingenio y dijo que EASBA les afecta, no les beneficia, porque ni siquiera consumen el azúcar que producen porque no se vende en la zona. “Este ingenio no debería estar aquí, destruyeron nuestro territorio sin preguntarnos, no le interesamos al gobierno, pero luego nos dicen que nosotros incendiamos”, lamentó la emprendedora.
La afectación continúa
En noviembre de 2023 el teléfono del presidente del Consejo Regional Tsimane Mosetén CRTM, Fernando Ara Miki, no dejaba de sonar, pasaban las horas y las emergencias iban en aumento. “Nos da pena recordar, fue difícil para todos y también para los dirigentes que teníamos que gestionar herramientas, alimento, combustible y agua. Primero fue una alerta y después nos faltaban manos para atender todo lo que estaba pasando. El fuego vino de los interculturales que por naturaleza son ganaderos y queman cada sequía, pero esta vez el viento estaba en nuestra contra”, relató quien ocupaba el cargo de presidente mientras se realizaba este reportaje.
Pilón Lajas es el reservorio de agua para Rurrenabaque, Reyes, San Borja, Yucumo, ¿porque quemarlo? Si su ganado depende de esa agua, 18 comunidades han sufrido, se suspendieron las clases porque hasta los niños ayudaban, los adolescentes estaban en la línea de defensa, entrábamos todos los días a las 18:00 y salíamos a las 5:00 de la mañana ¿dónde estaban los gobernantes? Han dejado que se queme todo, era triste ver tanta fauna muerte, quemada, lamentó Ara.
“Había cuadrillas por todas partes, no alcanzaban los soldaditos, la gente sin experiencia con los pies quemados, no teníamos herramientas. Apagábamos un lugar y el fuego aparecía por atrás, ardían hasta las raíces. Hicimos líneas de defensa y pusimos guardianes día y noche, relató el ahora ex presidente del CRTM.
Después llegó la sequía
A las comunidades que no se han quemado, les llegó la sequía y se murieron sus plantas de plátano. Después de once meses del fatal incendio, recién han podido cosechar algo. Varias comunidades ribereñas y las que están por la carretera han perdido su cacao y eso no se recupera. Otras han pedido sus jatatales que era su sustento diario. Lo peor es que desde mayo no llueve, y justo cuando queremos reactivarnos, hay sequía, relata.
Según Fernado Ara, no hay información sobre el manejo del fuego y la gente chaquea de forma irresponsable, por eso considera importante un taller teórico y práctico, sobre todo a las comunidades interculturales, ya que las originarias siempre han realizado estas prácticas sin ocasionar incendios.
“Si mañana sucede un incendio, estamos en las mismas, no tenemos nada ¿Cuándo nos van a dar herramientas? ¿De que pase el fuego? En 40 días de incendios en 2023 hemos aprendido, pero de nada nos sirve si no tenemos con qué apagar. Necesitamos mínimamente machetes, mochilas, rastrillos. Los indígenas somos resistentes, no necesitamos ropa de bomberos, pero sí herramientas”.
Para la ex autoridad del CRTM otra falencia recae sobre la justicia. ¿Se procesó a los interculturales? No se sabe nada, no hay responsables. Tampoco se ha hecho un monitoreo de las zonas afectadas ni siquiera del Área Protegida. “El problema no se acaba cuando se apaga el incendio. Estamos matando la naturaleza poco a poco”, sentenció.
De acuerdo al responsable de la Unidad de Gestión de Riesgos (UGR) de Rurrenabaque, Jesús Dennis Rivera, en el municipio de Rurrenabaque quedan terminantemente prohibidas las quemas desde el 1 de agosto hasta el 31 de octubre. Este documento lo han firmado todas las comunidades interculturales a la cabeza de la Federación de Comunidades Agropecuarias de Rurrenabaque FECAR, ganaderos, campesinos y originarios.
Los pueblos indígenas que están dentro de Pilón Lajas afiliados a la CRTM han redactado otro documento que han enviado a la ABT, que dice que queda terminantemente prohibido quemar dentro de la Reserva de la Biósfera en temporada seca. Es decir, desde el 1 de agosto hasta el 30 de noviembre.
“Ellos incluso extienden la prohibición por un mes y dicen que esta medida se levantará previo análisis del clima y ante la presencia de lluvias que garanticen la humedad”.
Lo que pasó el año pasado fue algo extraordinario y ahora las comunidades todavía están sintiendo los efectos porque no tienen semillas y hay sequía, para paliar en algo la situación el municipio de Rurrenabaque, a través de la UGR ha entregado alimentos balanceados, plantines de cacao y otras especies, 41 toneladas de alimentos. Así como también politubos y tanques de agua en coordinación con las oenegés Soluciones Prácticas y Fundación Natura.
Pilón Lajas: 10 meses sin ingresos por turismo
El fuego no solamente afectó a las comunidades, incluso está dañada el área protegida, Pilón Lajas que ya no tiene ingresos por turismo, se quemaron sus senderos, comentó Jesús Dennis Rivera. Dato que fue corroborado por uno de los guardaparques que conversó bajo reserva con la Red Ambiental de Información.
“Los albergues y los senderos se han quemado. Hace diez meses no percibimos ingresos por el Sistema de Cobros (SISCO). Tanto en Madidi como en Pilón Lajas la entrada tiene un costo de 120 bs. para extranjeros y 10 bs. para nacionales, ya no contamos con esos recursos, los hemos perdido hasta que el bosque se recupere”, nos dijo.
Así como en la TCO los comunarios luchaban contra el fuego, en la Reserva de la Biósfera Pilón Lajas los 13 guardaparques trabajaron sin descansar contra las llamas. “El incendio ha sido casi en toda el área, tanto por el sector de la carretera como por el río Beni”, recordó el guardaparques.
“El incendio era tan grande que se sumó el apoyo de la alcaldía, pero, aun así, solo se podía trabajar en las zonas planas, la mayor parte del fuego estaba en las serranías donde era humanamente imposible llegar. Pedimos aviones tanques al gobierno, pero no llegaron. Una comisión sobrevoló el área y dijo que no era de gran magnitud, pasaban los días y el fuego avanzaba y entonces llegaron dos helicópteros que no abastecían. El fuego bajó a la planicie y recién pudimos combatir con más gente”, relató.
Actualmente el área protegida tiene algunas herramientas para hacerle frente a los incendios, como matafuegos, mochilas, rastrillos, pero el guardaparques considera que lo más esencial son las mochilas con capacidad para 20 litros para poder cargar el agua. “Las distancias para transportar el agua son largas, son puras serranías, es un trabajo agotador y sacrificado”.
Sin duda alguna los incendios no terminan cuando se apaga el fuego, las autoridades deberán hacer esfuerzos extraordinarios para que no sucedan, que las comunidades indígenas no sigan perdiendo sus medios de vida y los bosques tengan la capacidad de recuperarse.
Imagen principal: Cultivo de plátano después de los incendios forestales. Foto: Erika Bayá