El boom digital amenaza al medio ambiente, es urgente avanzar hacia una economía digital circular

IMPACTO. Su desarrollo tiene ventajas, pero su auge aumenta significativamente el consumo de energía y genera muchos desechos.

¿Sabía que para fabricar un ordenador de dos kilos se necesitan 800 kilos de materias primas? ¿O que la energía necesaria para la extracción de bitcoins alcanzó los 121 teravatios en 2023, más que la consumida por la mayoría de los países pequeños?

Éstas son sólo algunas de las preocupantes conclusiones del Informe sobre la Economía Digital 2024, elaborado por la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) que insiste en la necesidad de tomar más en serio el impacto medioambiental negativo de este próspero sector. Si bien la digitalización impulsa el crecimiento económico mundial y ofrece oportunidades únicas para los países en desarrollo, sus repercusiones ambientales son cada vez más graves. Los países en desarrollo siguen viéndose afectados de manera desigual tanto económica como ecológicamente, debido a las brechas digitales y de desarrollo existentes, pero tienen el potencial de aprovechar este cambio digital para fomentar el desarrollo.

“Debemos aprovechar el poder de la digitalización para promover un desarrollo inclusivo y sostenible, mitigando al mismo tiempo sus efectos ambientales negativos. Esto requiere un cambio hacia una economía digital circular, caracterizada por el consumo y la producción responsables, el uso de energía renovable y la gestión integral de los desechos electrónicos. El creciente impacto ambiental de la economía digital se puede revertir”, afirmó la secretaria general de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas, Rebeca Grynspan.

Entre las principales preocupaciones se encuentran el agotamiento de las materias primas finitas para las tecnologías digitales y de bajas emisiones de carbono, el aumento del consumo de agua y energía y el creciente problema de los desechos tecnológicos. A medida que la digitalización avanza a un ritmo sin precedentes, comprender su vínculo con la sostenibilidad ambiental se vuelve cada vez más crítico.

El auge de tecnologías como la inteligencia artificial y la minería de criptomonedas, aumentaron significativamente el consumo de energía. «Por ejemplo, el consumo de energía de la minería de Bitcoin se multiplicó por 34 entre 2015 y 2020, alcanzando alrededor de 121 teravatios por hora. Esto es superior al consumo anual de Bélgica o Finlandia», afirmó Rebeca Grynspan, secretaria general de la UNCTAD.

En la actualidad, unos 5.400 millones de personas utilizan internet y la economía digital mundial está en auge. Sólo en términos de valor, las ventas del comercio electrónico empresarial aumentaron de 17 billones de dólares en 2016 a 27 billones en 2022 en 43 países.

«Hablamos mucho de cómo las tecnologías digitales pueden reducir el uso de papel y mejorar la eficiencia energética, y pueden ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en transporte, construcción, agricultura y energía. Pero no se habla tanto de la parte negativa», alertó Grynspan.

La digitalización implica una alta demanda de recursos, además de que requiere grandes cantidades de electricidad rica en carbono. Para contrarrestar esta amenaza al medio ambiente y apoyar una economía digital equitativa y responsable con el entorno natural, el informe ofrece sugerencias políticas para el uso de los minerales preciosos utilizados para fabricar dispositivos electrónicos, incluidos los teléfonos móviles, y otros recursos naturales vitales, como el agua.

Sector sediento de energía

Según la UNCTAD, en 2022 los centros de datos mundiales consumieron 460 teravatios hora, el equivalente a la energía utilizada por 42 millones de hogares en Estados Unidos en un año. Se espera que esta cifra se duplique en 2026. El sector digital es responsable de entre el 1,5% y el 3,2% de las emisiones mundiales de efecto invernadero, cifra similar a la del transporte aéreo y marítimo.

Entre 2018 y 2022, el consumo de electricidad de trece de los principales operadores de centros de datos se duplicó con creces, lo que pone de relieve la urgencia de abordar las huellas energética e hídrica de estas tecnologías.

«Google reveló que, en 2022, el consumo total de agua en sus centros de datos y oficinas ascendió a unos 21,2 millones de metros cúbicos. Para el mismo año, Microsoft informó que su consumo de agua era de 6,4 millones de metros cúbicos», puntualizo Grynspan, añadiendo que el consumo de agua por parte de estas instalaciones había avivado las tensiones en comunidades de varios países.

Según Microsoft, sólo la formación para ChatGPT-3 requirió un consumo estimado de 700.000 litros de agua limpia y fresca, detalló.

Huella digital y energética

El informe señala que el comercio electrónico se ha disparado y que los compradores en línea han pasado de menos de 100 millones en 2000 a 2.300 millones en 2021. Esto provocó un incremento del 30% de los residuos digitales entre 2010 y 2022, hasta alcanzar los 10,5 millones de toneladas en todo el mundo.

«La gestión de los residuos digitales sigue siendo inadecuada. Esto es muy preocupante dada la contaminación que generan y su impacto en el medio ambiente», dijo Grynspan. El informe también precisa que los países desarrollados generan 3,25 kilos de residuos digitales por persona, frente a menos de uno en los países en desarrollo y apenas 0,21 en los países menos adelantados, lo que constituye un indicador más de la desigual distribución de los beneficios que conlleva la digitalización.

Minerales críticos

El Banco Mundial estima que la demanda de minerales necesarios para la digitalización, como el grafito, el litio y el cobalto, podría aumentar un 500% hasta 2050. Los países en desarrollo son fundamentales en la cadena mundial de suministro de minerales y metales de transición, que están muy concentrados en unas pocas regiones.

«El aumento de la demanda de minerales críticos representa una oportunidad para que los países en desarrollo ricos en recursos añadan más valor a los minerales extraídos, diversifiquen su economía y mejoren su desarrollo. Pero la tecnología tiene que transferirse y tiene que ser más eficiente para ser compatible con el medio ambiente y los objetivos del cambio climático», acotó Grynspan.

Según el informe, en medio de las actuales crisis mundiales, el limitado espacio fiscal, el lento crecimiento y la elevada deuda, los países en desarrollo deberían aprovechar al máximo esta oportunidad mediante el procesamiento y la fabricación a nivel local. Eso les ayudaría a asegurarse una mayor cuota de la economía digital mundial, generar ingresos públicos, financiar el desarrollo, superar la dependencia de las materias primas, crear empleo y elevar el nivel de vida.

El informe asevera que el aumento de la demanda mundial de materias primas energéticas limpias ya está impulsando la inversión extranjera directa en América Latina, y especifica que representa el 23% del valor de los proyectos nuevos de la región en los últimos dos años.

«La economía digital es fundamental para el crecimiento mundial y las oportunidades de desarrollo, por lo que debemos aplicar las prácticas que nos lleven a un espacio en el que todos salgamos ganando y que no vayan en contra de nuestros importantes objetivos de sostenibilidad medioambiental y nuestros compromisos con el cambio climático», concluyó Rebeca Grynspan.

Fuente: ONU y UNCTAD