IMPACTO. San Josecito del Sarí, Palestina y Porvenir, comunidades ubicadas en diferentes municipios, reflejan el drama que viven muchas otras como consecuencia de los incendios. El pedido de ayuda es general.
El panorama en San Josecito del Sarí es desolador. Los restos de árboles cubiertos de cenizas, son el triste testimonio de cómo el fuego arrasó con aproximadamente el 90% de los árboles del bosque de esta comunidad, distante a seis kilómetros de Santa Ana de Velasco.
Francisco Rocha se encontró con ese panorama tras retornar a Santa Ana de Velasco, luego de varios días apoyando desde Santa Cruz de la Sierra. Los pobladores de la zona llevan más de dos semanas luchando contra el fuego, y hoy concentran sus esfuerzos en salvar sus casas y cultivos.
“Mi padre era comunario de San Josecito del Sarí, ahora mis hermanos también son comunarios del Sarí. Me he quedado sin palabras”, dice Francisco.
Su pena se acrecienta cuando cuenta que la comunidad tenía un Plan de Manejo Forestal de cerca de 3.000 hectáreas, de las cuales casi no queda nada. Cuchi, roble, soto, curupaú y otras especies han quedado convertidas en cenizas, dejando sin una de sus principales actividades a los pobladores.
La gente está cansada. Sin embargo, continúa en la lucha contra el fuego. Ahora los pobladores del Sarí, como habitualmente la llaman, están apoyando a sus vecinos de San Jorge de los Tantalios, hacia donde se movió el fuego en las últimas horas.
El daño también llegó a San Antonio de las Pailitas. Allí se han perdido cultivos los pobladores tenían un centro de ganadería comunal y todos sus potreros se quemaron. Ahora los animales están pastando en terreno abierto, mientras intentan superar la emergencia. Sin embargo, las reses ya están sufriendo las consecuencias de la falta de alimento y sus propietarios temen que la pérdida sea mayor.
El fuego no se detiene
Desde ayer, el fuego avanza hacia el norte de Santa Ana. Pero un cambio de dirección de los vientos, pueden hacer que retorne y acabe con los pastos, que constituyen la esperanza de recuperación en los próximos meses.
Adalid Poquiviquí está coordinando las acciones. «El plan que tenemos para esta noche, depende de que el fuego se acerque a las zonas donde se puede entrar a sofocar. El monte es muy espeso, estamos haciendo brechas para entrar a pie, de otra forma es innacesible», afirma.
Como todos los últimos días, están trabajando contrarreloj. «Si no lo hacemos ahora y los vientos cambian, el desastre se nos vuelve», afirma.
El fuego no es el único problema. Al agotamiento de la gente, se suma la falta de combustible e insumos. Hoy estuvieron a punto de quedarse sin cisterna, pero pudieron repararla y, por ahora, continúa operando.
En las diferentes comunidades hay varios grupos trabajando para exterminar el fuego. «Estamos rogando que no se cansen por completo, todas las camionetas que colaboraban ya se han ido a trabajar. Ahora los soldaditos están descansando para entrar en la noche, pero no tenemos transporte para trasladarlo», cuenta Poquiviquí.
Andar kilómetros por agua
El mayor problema es la provisión de agua. Las imágenes de los últimos días han reflejado como deben caminar varios kilómetros para llevar agua a los bomberos y voluntarios, caminando hasta 10 kilómetros para extraer el líquido de un atajado. Una cisterna apoya en esta labor, pero no es suficiente.
“Aquí no hay distinciones, todos son Santa Ana, los de las siete comunidades”, afirma Francisco, en una pausa en la plaza del pueblo, antes de retornar a la zona de los incendios, donde otra de las comunidades más afectadas ha sido San Rafaelito de Suponema. La calma se ha ido del pueblo donde siempre sonaban los violines. La música no tiene espacio en estos días, todos están concentrados en salvar la selva que los inspira.
La plaza aneña se ha convertido en el centro de operaciones. Allí llegan los voluntarios, los bomberos y los miembros del Ejército para descansar, mientras otros los reemplazan en la zona de los incendios. Hay olla común en el pueblo y en otras zonas.
El pueblo en pausa
En medio del humo que se ha disipado un poco en las últimas horas, los niños volvieron a clases esta semana y en su unidad educativa reciben atención y se les aplican colirios para mitigar el malestar. En la Escuela de Música las clases están suspendidas, pues los profesores están apoyando en diferentes tareas para enfrentar la emergencia.
“Toda la actividad gira en torno a los incendios”, afirma Francisco. Los pobladores no han dudado en sumarse a las tareas de combate al fuego, pero ya enfrentan problemas para atender las necesidades de sus familias, especialmente aquellos que viven del día a día.
Las brigadas médicas que llegaron a la zona, detectaron a varios ancianos con problemas respiratorios y otros que no estaban alimentándose bien, uno fue trasladado a San Ignacio. Adalid cree que esta situación puede complicarse en los próximos días, porque son varios los que aún no han salido de sus comunidades, «están aguantando»
El clamor desde Porvenir
“Hace 10 días que estamos combatiendo el incendio, necesitamos que nos apoyen, ya que no hemos sido escuchado por las autoridades competentes. Necesitamos energizantes, víveres para la olla común. Por favor, les pedimos que nos apoyen”. Ese es el pedido urgente del Cacique General de la Comunidad Indígena de Porvenir Bajo Paraguá, Erwin Saucedo.
Evacuación en Palestina
“Humanamente es imposible respirar”. Ese era el reporte que brindaba ayer Radio Chiquitanía desde Concepción, cuando confirmaba que los adultos mayores y niños tuvieron que ser evacuados de la comunidad de Palestina. Prácticamente salieron huyendo, el fuego se aproxima a la comunidad.
“Dicen que ya no tienen recursos para pelear contra el fuego y que su vida corría peligro”, afirmó Nicolás Hurtado, exdirigente indígena. Agregó que allí no recibieron apoyo ni del municipio ni de la Gobernación.
Los bomberos que están operando en la zona, también piden ayuda. Necesitan botas, camisas y pantalones. Tras dos semanas de combate al fuego, los «uniformes ya no dan».
Más de 2,6 millones de hectáreas afectadas
Santa Cruz es el departamento más afectado por los incendios forestales, con más de 2,6 millones de hectáreas quemadas. En Bolivia, ya son más de 4 millones. Esto, de acuerdo al informe de Fundación Tierra, que también deja en evidencia el impacto sobre las áreas protegidas y, lo más preocupante, advierte que la situación puede prolongarse por varios meses.
Ayer Santa Cruz reportó 50 incendios activos, dos más que el jueves. Los municipios afectados son: Concepción (13); Ascensión de Guarayos (8); Urubichá (8); San Ignacio (5); San José (4); San Matías (2); San Javier (2); San Rafael (2); El Puente (2) San Miguel (2); Puerto Quijarro (1); Roboré (1).
A nivel nacional, el reporte del Centro Nacional de Monitoreo registraba 56 incendios en 18 municipios, sumando los de Beni y Pando. Según el informe nacional, se han afectado 661.302 hectáreas de bosque y 1.385.218 hectáreas de pastizales. La última actualización de la Gobernación cruceña, el pasado 21 de agosto, ya cifraba la afectación en más de 1,9 millones de hectáreas, sólo en el departamento.
FOTO PRINCIPAL:
Este es el panorama en San Josecito del Sarí. Su área de manejo forestal se ha convertido en cenizas. Allí se trabajaba con productos del bosque, bajo un modelo sostenible. Foto: Francisco Rocha.