iGEM, jóvenes bolivianos presentarán proyecto de biotecnología en encuentro mundial

INNOVACIÓN. Trabajan en un biosensor que detecta la presencia de mercurio en aguas y busca ayudar a la protección del medioambiente afectado por la minería ilegal.

En un país cada vez más necesitado de soluciones innovadoras frente a desafíos ambientales y de salud, la biotecnología emerge como una herramienta crucial en manos de jóvenes bolivianos, apasionados por la ciencia, que utilizan esta disciplina para desarrollar proyectos de alto impacto social.

Es el caso del equipo de IGEM Bolivia, que está trabajando en un innovador biosensor de mercurio en aguas que está pensado para ayudar a proyectos de protección del medioambiente afectado por la minería no controlada. El proyecto será presentado en la competencia internacional iGEM, que se llevará a cabo en noviembre, en París, Francia.

La iGEM (International Genetically Engineered Machine) es una competición internacional anual de biología sintética (biotecnología).  Empezó en 2003 como un curso independiente para estudiantes universitarios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde se desarrollaban dispositivos celulares. En 2004 se convirtió en una competición de verano con cinco equipos, y desde entonces, se expandió hasta alcanzar 280 equipos de más de treinta países en 2015.

En la actualidad, incluye también a estudiantes graduados, estudiantes de secundaria y laboratorios comunitarios de todo el mundo. Y desde el año pasado se realiza en Francia.

Más allá de la tecnología

Angélica Bejarano, con dos años de experiencia en el equipo IGEM Bolivia, destaca el compromiso y la dedicación con los que están preparando el proyecto que el país llevará a ese evento mundial.

“Estamos en la fase final, realizando experimentaciones y recopilando valiosa retroalimentación para perfeccionar nuestro biosensor. Nuestro objetivo es contribuir a la sociedad, no solo con soluciones tecnológicas, sino también promoviendo la inclusividad, la educación y la comunicación científica”, comenta.

La universitaria, estudiante de Ingeniería en Biotecnología, subraya que su interés por esta rama radica en su capacidad para acelerar procesos en diversas áreas, desde la industria hasta el medio ambiente. “La biotecnología permite no sólo mejorar procesos industriales o agrícolas, sino también enfrentar desafíos medioambientales, como el uso de bacterias degradadoras de residuos plásticos, o en la medicina, con la terapia génica en pacientes con cáncer”, añadió.

El dispositivo en el que actualmente están trabajando para detectar la presencia de mercurio en el agua.

Un uso responsable

Durante las últimas semanas, el debate sobre el acceso a eventos de biotecnología en agricultura ha cobrado fuerza en Bolivia. Ante las reservas que algunas personas puedan tener al respecto, la joven enfatiza la importancia de la bioética y el conocimiento en el uso de esta ciencia.

“La biotecnología es una herramienta poderosa, pero como cualquier herramienta, su uso debe ser responsable y ético. Nuestro deber como científicos es informar a la población sobre los beneficios y analizar cualquier posible riesgo, siempre buscando el bien común de la sociedad y del medioambiente”, indicó.

Desde el punto de vista de la joven que avanza en el camino de biotecnología, la apertura de Bolivia hacia esta ciencia, especialmente en el ámbito agrícola, podría fomentar el desarrollo de otras áreas científicas en el país.

“Cualquier incentivo en la ciencia puede tener un efecto multiplicador. La biotecnología en Bolivia tiene un enorme potencial no sólo en la agricultura, sino en múltiples industrias, lo que podría contribuir a la economía y alentar a más estudiantes a seguir carreras científicas”, expresó.

El proceso

En 2019, Cecilia González fue la primera científica local que se unió al movimiento y asesoró al equipo en temas como la comunicación científica, el debate científico, la defensa de la perspectiva científica y los requisitos normativos que son necesarios para avanzar en la investigación y el desarrollo de la biotecnología en Bolivia. Tras su adhesión, el equipo pasó a tener 16 instructores, seis expatriados y diez científicos locales.