PIONERA. Hoy cumple diez años con presencia en cuatro países. Es la primera empresa B de Bolivia.
El sueño se fue tejiendo mientras Manuel y Antonio Laredo junto a Ronald Gonzales, compartían unas salteñas en la cocina familiar los Laredo, la que pronto se convirtió en el laboratorio para hacer realidad lo que hoy es Mamut, una empresa con ventas en cuatro países y que trabaja para impactar en la creación de ciudades sostenibles.
La primera conversación fue en marzo de 2013 y se pusieron un objetivo: transformar 30 millones de llantas en desuso en soluciones sostenibles. Tras una infinidad de pruebas, con aciertos y errores, un año después, el 1 de abril de 2014, lanzaban su primer producto: baldosas de caucho. Una llanta se había convertido en idea, luego en prototipo, y posteriormente, en el punto de inicio de una fábrica y un modelo de negocio que hoy es un ejemplo de economía circular.
Hoy, en su décimo aniversario, ese sueño es real y se llama Mamut, una empresa boliviana que ya ha traspasado fronteras y es líder en la industria de la construcción sostenible. Un gigante verde que también se ha instalado como la primera empresa B del país, que es la certificación de que ha puesto en el centro de su modelo de negocio, el impacto socioambiental, y ha integrado la competitividad con la sostenibilidad.
Mamut cuenta con plantas de procesamiento en Cochabamba y Asunción, en Paraguay, plantas de distribución en Santa Cruz y La Paz, y sus productos también se comercializan en Brasil y Panamá. La oferta contempla 14 líneas de productos para la construcción que tienen como base el caucho reciclado; es decir, que son sostenibles y se enmarcan dentro de un proceso de economía circular.
La oferta incluye baldosas amortiguantes; pisos industriales, hospitalarios y deportivos; topes de seguridad vial y pistas atléticas profesionales, entre otros productos.
«Este es un momento muy feliz para nosotros como empresa porque vemos cómo hemos crecido, cuánta gente hemos apoyado y cuánto hemos aportado en la mitigación del cambio climático en estos diez años. Eso nos da energía para seguir adelante. Nuestra visión es lograr que Mamut llegue a otros países y pueda generar un efecto multiplicador», afirma Manuel Laredo, CEO de Mamut.
Impulsando ciudades sostenibles
Con un equipo de jóvenes bolivianos, en sus diez años de existencia, la empresa ha impactado en la vida de 2,1 millones de usuarios en cuatro países, ha dado un segundo uso a más de 3,3 millones de kilogramos de llantas, lo que equivale a más de 826 mil unidades, capturando el carbono equivalente a 120 mil árboles en 10 años.
En el camino hacia los 30 millones de llantas recicladas, van sumando logros y han sido reconocidos como Empresa de Impacto en la Abu Dhabi Sustainable Week; Premios Latinoamérica Verde, en Ecuador; y está clasificada entre las empresas sociales más importantes del mundo.
«La sostenibilidad es un camino de construcción diaria y permite que nosotros y otras personas, dejemos de ser simples habitantes y nos convirtamos en ciudadanos activos», expresa Manuel Laredo.
Como parte de su compromiso con la sociedad, Mamut impulsa el desarrollo de la economía circular en los mercados donde opera, fortaleciendo las cadenas de reciclaje natural. A través de su laboratorio de Innovación en Materiales de Construcción Sostenibles, tiene proyectado lanzar al mundo nuevos materiales compuestos que serán fundamentales para la construcción de las ciudades del mañana.
Además, está desarrollando programas de colaboración con la comunidad. Es el caso de las «Alcancías de Reciclaje», junto con la Fundación Aguayo, y que puede convertirse en un nuevo modelo para impulsar obras junto a los municipios y vecinos. Además, sus ejecutivos participan en la Red Local del Pacto Global y la Asociación de Jóvenes Empresarios en Paraguay, donde están impulsando los procesos de economía circular y ciudades sostenibles a través de su propia experiencia.