Ninoska, la bióloga que emprendió desde el amor por la naturaleza y hoy apoya a otras mujeres

ARTYKA. Aprendió a elaborar peluches por necesidad, hoy transmite su técnica e impulsa a otras emprendedoras. Una historia inspiradora en el Día Mundial del Emprendimiento.

Karina Vargas Alba

Ninoska Burgoa emprendió por necesidad, como muchos en el país. En 2016, esta bióloga paceña se quedó sola con su hijo, sin dinero y sin trabajo, “con una mano atrás y otra adelante”.

No podía viajar y eso le impedía realizar consultorías y otros trabajos. Entonces, empezó a buscar alternativas. Sin ningún conocimiento previo, una madrugada llegó la idea. “¿Por qué no hago unos aretes con la figura de un chancho solitario de la Chiquitanía, del Kaa Iya?”, ese fue el inicio de Artyka, el emprendimiento que une su amor por la naturaleza y la conservación, y la habilidad que desarrolló para elaborar peluches.

Sin embargo, el negocio no surgió de inmediato. Tras dos años elaborando los aros y mientras realizaba una maestría gracias a una beca, con jornadas que arrancaban a las 4 de la mañana para cocinar, cuidar a su niño, dejarlo en la guardería, estudiar y “sobrevivir”, alguien le propuso hacer un peluche, pero Ninoska no tenía ningún conocimiento, pero asumió el desafío.

El primer desafío

Seis meses después, estaban listos los dos murciélagos para un proyecto que buscaba mostrar el rol de estos animales en la naturaleza y evitar que los pobladores los eliminaran indiscriminadamente. La opción era tener un murciélago real en alcohol o un peluche.

Pasó horas viendo videos y sus dedos terminaron llenas de pinchazos, pero los murciélagos de esponja y tela, con garras incluidas, fueron un éxito en esa comunidad de Alto Beni, en el norte de La Paz. Ninoska pidió permiso para vender las figuras y pronto surgieron otras tres especies de murciélagos, porque “yo quería hablar de los fructívoros, los insectívoros y del blanco, que sólo se ha registrado en Santa Cruz”.

Así llegó al mundo de los peluches y a las ferias. Su negocio estaba en marcha y se fue perfeccionando, las figuras se multiplicaron y cada una también se convirtió en un medio para enseñar, pues Ninoska les suma una explicación de la especie y su impacto, para concientizar a los más pequeños y a las familias sobre la importancia de cuidar la biodiversidad.

Dejando huella

Durante la pandemia, la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) le propuso capacitar a un grupo de mujeres en Santiago de Chiquitos. “Mi sueño siempre fue ayudar a mujeres solteras. Yo soy soltera, soy mamá y en un momento me quedé en la calle”, recuerda Ninoska, por lo que aceptó sin dudar.

El “Proyecto Valentina”, en honor a la osa hormiguera que se convirtió en un símbolo de la destrucción de los incendios forestales de 2019, fue un gran desafío.

“Había aprendido en el camino, metiendo la pata y ahora tenía que enseñar a otras personas”. Entonces decidió aplicar las técnicas que le habían servido, como un curso de cerámica donde aprendió a imaginar en 3D y así nacieron los peluches.

Katherine Taseó durante la capacitación que recibió en 2021, donde elaboró su primer peluche.

Diez mujeres iniciaron el “Proyecto Valentina”. Aprendieron a hacer prototipos, a dibujar, a crear. “Quiero que empiecen desde cero porque ahí su mente va a crecer», les decía Ninoska. Y en ese grupo, hubo una mujer que hizo la diferencia. Katherine Taseó, una santiagueña que aprendió a diseñar y elaborar los peluches y hoy los ofrece en su pueblo y en otras poblaciones de la Chiquitanía.

El abrazo

Hace poco, durante el ConservArte 2025, Ninoska y Katherine se reencontraron. “Nos abrazamos y le dije: Felicidades, me encanta lo que estás haciendo, me encantan los colores que les has puesto, me encanta tu estilo», le dijo la bióloga a su alumna.


El feliz reencuentro de Ninoska y Katherine en un stand de la plaza de Santiago de Chiquitos, durante el ConservArte. Estos son los productos de la artesana chiquitana.

Lo más importante para Ninoska es que Katherine “buscó su camino, emprendió y le puso su toque a sus productos”. Ahora ya hay nuevos planes en conjunto, el primero será habilitar un espacio en la página de Artyka para los productos de la artesana chiquitana; además de apoyarla en el análisis económico emprendimiento y cómo aprovechar al máximo los materiales reciclables, en un momento complicado por el alza de los precios.

Otras tareas pendientes son cómo establecer el valor de sus productos, visibilizarlos y mejorar su comercialización, aspectos que Ninoska ha ido aprendiendo, por ejemplo, a través del programa “Pitukea tu negocio” del Instituto Mujer y Empresa (IME).

Katherine a diversificado sus productos. Su última creación es el tapacaré o «tukabash», el ave que le da nombre al Valle de Tucabaca.

Durante el ConservArte 2025, Katherine vio como sus peluches literalmente «volaban». Ella también recordó la capacitación que recibió en 2021 y que le permitió reinventarse y sumar otra fuente de ingresos a su trabajo en el campo. Urinas, antas, tucanes, loros y petas son parte de su oferta, el último integrante es el tapacaré o «tukabash», el ave que le da el nombre al Valle de Tucabaca.

Educación y arte

Hoy Artyka ofrece más de 100 diseños en aretes y unos 80 peluches, y crece más allá de las dificultades que existen en el mercado local para lograr un justo precio por productos de calidad. Cada una de estas figuras va acompañada con la información científica, los roles ecológicos, la historia, el hábitat y “ahí me doy cuenta de los vacíos científicos que aún tenemos en Bolivia, falta por describir muchas especies”, Ninoska.

Durante su última visita a Santiago de Chiquitos, ofreció un colgante con un tucán, una abeja, un murciélago y una ranita, especies endémicas del bosque seco chiquitano. “Estamos atravesando un período en que se ha olvidado esa conexión con la naturaleza y lo único que queremos es explotarla como sea. Pero siempre hay un momento para conectar, para aprender a amar la naturaleza”, afirma Ninoska, pensando en los talleres que dio durante el ConservArte.

Hoy, pensando en 2016, se siente muy satisfecha. “Te paras y te abrazas, te das una palmadita en el hombro y dices: Lo estás haciendo bien, sigue adelante. Siento eso, lo sentí cuando vi a Katherine con su trabajo. Dejar huella, poder apoyar a otra mujer era mi sueño. Ahora vamos por más”, afirma convencida.

El desafío es conseguir financiamiento para llegar a más comunidades, a más mujeres, creando conciencia y ayudando a su crecimiento.