Un proyecto para mapear el cerebro y el debate en torno a los neuroderechos, reflejan la complejidad de estos temas. Es urgente adoptar tecnologías para que Bolivia no quede al margen del desarrollo.
Javier Aliaga
Hace diez años, el neurocientífico español Rafael Yuste abrió las puertas a una revolución en la neurología al descifrar en su laboratorio cómo manipular la percepción visual de un ratón para hacerle creer que veía cosas que no existían y lograr que se comporte con una marioneta. Hoy, Yuste está preocupado porque “lo que se puede hacer con un ratón, mañana se lo puede hacer con un ser humano”.
“No es ciencia ficción”, advirtió en una conferencia ofrecida en Tarija en el foro “Diálogos con el Futuro”, un evento en el que también dejó mensajes para que Bolivia valore su capital humano y se concentre en cómo las tecnologías de la digitalización pueden ayudar a mejorar la educación para eliminar las brechas respecto a otros países.
Para Yuste, descubrir el poder de manipulación de la mente de un roedor fue su “momento Opennheimer” porque es “una tecnología con un potencial revolucionario” para tratar problemas mentales como la esquizofrenia o la depresión, pero también frente al peligro de que sea mal usada para alterar los pensamientos, las percepciones, las emociones, la memoria e incluso el subconsciente de las personas saludables. Llamado así por el padre de la bomba atómica, el “momento Opennheimer” es el dilema ético de los científicos cuando están ante una tecnología revolucionaria para la sociedad.
Un proyecto para mapear el cerebro humano
En la universidad de Columbia, Yuste es el ideólogo del ambicioso proyecto mundial BRAIN (Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies), que busca mapear el cerebro humano y entender cómo funciona. Desde el gobierno de Barack Obama (2009-2017), EEUU apostó por el programa que actualmente agrupa a medio de millar de laboratorios del mundo con un presupuesto anual de 900 millones de dólares.
El poder de intervenir en el cerebro con herramientas de la neurotecnología, como los dispositivos ópticos o láseres, centra la preocupación de Yuste y de otros neurólogos que han advertido sobre sus consecuencias porque el cerebro no es un órgano más, sino el que genera toda la actividad cognitiva y define la esencia de las personas.
Y es que, aunque todavía de forma experimental, la neurotecnología ha comenzado a usarse en los seres humanos, según relata Yuste, citando algunos ejemplos.
Hace un año, un neurocirujano de la Universidad de California descodificó la actividad cerebral de una paciente paralítica usando un aparato de electroencefalografía dentro de su cráneo y después hizo un avatar con la voz y las emociones de la persona para comunicarse con ella. “Clonaron su cerebro digitalmente”, apuntó Yuste.
Más recientemente, hace medio año, en Australia, científicos usaron una tecnología parecida a la del ejemplo precedente, pero que no hizo falta introducir ningún dispositivo dentro del cráneo de un voluntario, sino que con solo usarlo por encima de la cabeza, se descifraron las palabras que quería escribir en un ordenador.
“Este es uno de los primeros casos de descodificación del lenguaje con herramientas de neurotecnología no invasivas”, agregó el científico español.
Llegado el momento, según Yuste, cualquiera podría comprar esos dispositivos y con algoritmos de inteligencia artificial generativa, realizar una descodificación del cerebro.
Otro uso se produjo en la Universidad de Boston con el aumento hasta en un 30 % de la capacidad de la memoria en voluntarios, y un ejemplo más se ha dado con la alteración de la actividad cerebral de algunos pacientes con Parkinson para detener sus temblores, pero con el efecto inesperado de un cambio de personalidad.
“El programa es muy complejo. Algunos pacientes se dan cuenta por sí mismos que cambian su personalidad y se prefieren con la nueva”, sostuvo Yuste.
No obstante, el neurobiólogo considera que todavía no se puede manipular la actividad cerebral de las personas igual que se hizo con ratones, “pero esto viene en el futuro, seguro”.
“Esto sale de la regulación de tecnologías y entra en los derechos humanos”
El descubrimiento y sus implicancias llevaron a Yuste y a varios neurocientíficos a formar el Grupo de Morningside en la Universidad de Columbia, para implicarse en la discusión ética y humanística de las consecuencias del uso de las tecnologías y acuñaron el término de los «neuroderechos» para proteger los derechos cerebrales de las personas, que les permitirían impedir que su cerebro sea intervenido y su actividad mental sea transformada sin su consentimiento.
“Pensamos que este es un tema que se sale de la regulación de las tecnologías y entra directamente en cuestiones de derechos humanos”, dijo Yuste en su disertación.
Así, los cinco nuevos derechos humanos que propone el Grupo de Morningside para sensibilizar a los políticos del mundo son: el derecho a la privacidad mental para que el contenido cerebral no sea decodificado sin consentimiento; el segundo, el derecho a la identidad personal y la propia conciencia; y el tercero, es el derecho al libre albedrío para que las personas tomen sus decisiones sin la influencia causada por la manipulación de sus circuitos cerebrales. “El cerebro es como el santuario de la mente”, al que no se puede entrar sin razones médicas, sostuvo.
El cuarto derecho propuesto es la protección contra los sesgos que pueden introducirse en el cerebro para interpretar la realidad, y el quinto, es el reclamo de un acceso equitativo a la “neuroaumentación”, que consiste en mejorar las capacidades cognitivas de las personas como en el experimento mencionado del aumento de memoria.
En este último punto, el dilema está en quién decidirá a los beneficiarios o por medio de qué mecanismos se accederá al proceso. “Estos nos viene de frente. Es inevitable”, advirtió Yuste.
La agenda de los neuroderechos ha tenido impacto en Chile donde de forma pionera se ha aprobado una enmienda constitucional para proteger los datos de la actividad cerebral; lo propio ha ocurrido en el estado brasileño de Río Grande del Sur; y en el estado estadounidense de Colorado, mientras que hace pocos días, el Comité del Senado del Estado de California ha aprobado decisiones en el mismo sentido, según el experto.
“Gracias a la tecnología, generaciones de Bolivia pueden incorporarse a los cambios mundiales”
La visita a Bolivia de Yuste ha sido aprovechada para proponer la discusión de estos temas en el foro “Diálogo con el futuro”, siguiendo el ejemplo de Chile, tres de cuyos senadores, entre ellos el expresidente del senado chileno Guido Girardi, también participaron en el evento. Girardi también es el fundador del foro “Congreso Futuro” que se ha convertido en la mayor plataforma de divulgación científica de Latinoamérica, según sus promotores.
En declaraciones para esta crónica, Yuste dijo que Bolivia debe valorar su capital humano “que es muy importante” por lo visto en el foro de Tarija y aconsejó que el país se concentre en la educación en todos los niveles, desde la primaria hasta el postgrado, para proveer a las nuevas generaciones las tecnologías “que ayuden a eliminar las barreras de las distancias económicas y sociales, (así) como culturales” respecto a lo que pasa en el mundo.
“Gracias a la tecnología, generaciones enteras de Bolivia se pueden incorporar en primera fila a los cambios mundiales que están ocurriendo. Yo les animaría a invertir en la digitalización de la juventud para dotarle de herramientas para que se puedan incorporar al futuro”, sostuvo.
Dijo que la conexión con internet, la adecuada tecnología, la neurotecnología y inteligencia artificial permitirán al mundo en el futuro “una democratización de la información y con la información está el poder”.
“Pero, para usar esta herramienta, lo que hace falta es educar sobre todo a las nuevas generaciones”, insistió al reflexionar que Bolivia debería ver el tema de la tecnología no como un problema más, sino como una gran oportunidad para conectarse con el mundo.
Asimismo, animó a los sectores ciudadanos, científicos y políticos de Bolivia a que discutan sobre los riesgos de la neurotecnología y los neuroderechos a nivel nacional, regional o local como ha ocurrido en Tarija.
“El mensaje que quería mandar a los actores es que piensen a nivel global, pero actúen a nivel local, sabiendo lo que está ocurriendo en otras partes del mundo y por dónde van los tiros y que no se den por vencidos y no se quiten ellos mismos de la solución del problema”, sostuvo y agregó que, como ha ocurrido en Chile o en Río Grande del Sur, “poco a poco se van poniendo los ladrillos para construir un mundo mejor”.
La presentación de Yuste fue la central del evento patrocinado por varias instituciones, entre ellas la Fundación AVINA, junto al MTD, UAJMS, UCB, el PNUD y la Fundación para el Periodismo.
Esta nota fue publicada inicialmente en la web de la Fundación para el Periodismo.