IMPACTO. Los diez días de conciertos impulsaron otras actividades. Las poblaciones chiquitanas se revolucionaron. Una exposición de intervenciones fotográficas continúa en el Centro Simón I. Patiño.
Karina Vargas Alba
Los 136 conciertos y los más de mil músicos que llegaron a las diferentes sedes, fueron sólo una parte del movimiento que generó el XIV Festival Internacional de Música Barroca y Renacentista Americana “Misiones de Chiquitos”, que se vivió en 22 sedes entre el 19 y 28 de abril. Turismo, una ruta gastronómica y una exposición de fotografías, son algunas de las actividades que se generaron en torno a la cita musical.
La Asociación Pro Arte y Cultura (APAC), responsable de la organización, estima que alrededor de 60 mil personas asistieron a los diferentes conciertos y en en los próximos días se conocerán los datos de un relevamiento realizado por el Instituto Cruceño de Estadística (ICE) durante el festival. Por ejemplo, en San Roque se calcula que hay capacidad de 600 personas, pero se adicionaron hasta 300 sillas en los pasillos y espacios exteriores, mientras en Los Huérfanos se copó el segundo piso y muchos se las ingeniaron para seguir los conciertos a través de las ventanas.
Esto refleja lo acertado de la decisión de que los conciertos fueran gratuitos y se apelara a la generosidad de la gente, mientras en otros países las entradas para este tipo de conciertos están muy por encima de los 100 dólares. El arte y la cultura se acercaron a cualquier ciudadano que quisiera disfrutarlos y refleja que “el espíritu de las Misiones, de comunidad, esa utopía sigue viva en nuestros corazones y en nuestra forma de hacer gestión”, expresó Percy Añez, presidente de APAC, en una entrevista con Maggy Talavera.
Dijo que “hemos chiquitanizado” el departamento, extendiendo el festival a 22 sedes y ahora crece con un norte que es la música, que incide en turismo y gastronomía, entre otros sectores. Por esto y otros elementos, calificó como “mágicos” estos días que pusieron punto final a un trabajo de casi dos años y que se intensificó en los últimos tres meses, en la fase final de preparación de las orquestas
“Tenemos un público emocionado y enamorado de su patrimonio, un reconocimiento que hicieron los propios músicos que llegaron desde el exterior”, manifestó Percy Añez.
Sin embargo, APAC aún debe enfrentar las dificultades para lograr el financiamiento de un festival cuyo costo ronda el millón de dólares. El aporte de empresas y de algunas instituciones públicas, como la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra, cubre 387 mil dólares, a lo que se suman apoyos en especies como los pasajes, muchos de los cuales son pagados por los propios artistas.
Antes, con el cobro de entradas en la capital cruceña, se recaudaban alrededor de 25 mil dólares; este año el aporte voluntario llega a unos 18 mil. Aunque no es la mejor noticia, APAC apuesta por mantener la gratuidad. Destacó el reconocimiento de los visitantes y precisó que eso permite “tomar conciencia de la magnitud de lo que vivimos y de lo que somos dueños”.
Una ruta de sabores chiquitanos
El 18 de abril se inició una ruta gastronómica en la que 15 restaurantes cruceños incorporaron productos del bosque chiquitano. La propuesta tenía vigencia hasta el 28 de abril, pero la buena respuesta del público, la extendió hasta el 1 de mayo. Incluso, algunos establecimientos están considerando mantener algunos platillos en su menú habitual. Mangaba, asaí, guapurú, aceite de cusi, la almendra y la arveja chiquitana ya son parte de diversos platos, mientras la gente va conociendo el valor de conservar el bosque chiquitano y el beneficio para las comunidades.
Widen Abastoflor, director del Centro de Promoción Agropecuaria Campesina (CEPAC), una de las instituciones impulsoras, destacó que fue una propuesta inédita donde los chefs han desarrollado un nuevo concepto en la cocina boliviana. Aunque aún no cuentan con datos de comensales, “estimula saber que la mayoría de los restaurantes hicieron hasta dos pedidos adicionales” y muchos de los visitantes extranjeros disfrutaron de estos sabores.
Javier Libera, propietario de El Aljibe, destacó el éxito de la iniciativa. Incluso tuvo reservas fuera de temporada, por lo que se sumaron a la ampliación, y aunque la oferta era en horas de la noche, hubo gente que llegó a la hora de almuerzo y también fueron atendidos. Como otros chefs, está evaluando la posibilidad de incorporar los productos del bosque en su oferta habitual, con un menú de degustación. Habrá que ver cómo funciona con la temporalidad de los productos.
Visitantes de diversos países
El festival ya es un referente para los amantes de la música barroca y renacentista en otros países. Por ello, fueron varios lo grupos de turistas que llegaron desde la apertura. Ana Ender es responsable de Anavi, una empresa turística que se ha especializado en estos grupos. Ella recibió a más de 70 personas provenientes de Argentina, Estados Unidos, Chile, Brasil y Colombia, entre otros países, los que tenían sus reservas desde hace varios meses.
Asegura que los visitantes “quedaron fascinados con el nivel interpretativo, tanto de los grupos locales como los que llegaron de otros países”. Y van a volver, ya están las reservas para 2026. Esto significa un gran movimiento para los pueblos, afirma Ender, al relatar que, junto con demandar servicios hoteleros y gastronómicos, realizan diversos recorridos junto a guías locales, compran artesanías y mucho.
La gastronomía local fue uno de los principales atractivos, destacando la oferta de productos y sabores locales. Sin embargo, hay que trabajar junto al sector hotelero para responder a la demanda turística con servicios de calidad.
Una joya resplandece hasta el 25 de mayo
Una muestra que combina arte, fotografía y joyería escultórica es la que une a Macarena Valdes, Sofia Diez de Medina y Francisco Paz Rocha, en una exposición conjunta denominada “Una joya resplandece en la selva chiquitana”, que se prolongará hasta el 25 de mayo en la Fundación Patiño en Santa Cruz de la Sierra. Los tres combinaron sus talentos para generar una muestra que refleja el espíritu de Chiquitos. El 10% de las recaudaciones se donará a APAC, mientras que dos subastas silenciosas irán pro afinación de instrumentos y reposición de cuerdas.
La artista Ejti Stih, que este año recibió el Premio Hans Roth y ha acompañado a APAC a lo largo de varios festivales, también se inspiró en la música que inundó Santa Cruz y sorprendió con una pintura en sus redes sociales.
Una máquina sincronizada en APAC
La presencia de una treintena de voluntarios y un grupo de aproximadamente 20 colaboradores, fueron esenciales para atender cada uno de los detalles durante el festival. Por ejemplo, el traslado del clavecín que cada noche debía ir de Los Huérfanos a San Roque y retornar; la instalación precisa de los equipos para garantizar la fidelidad del sonido; los refrigerios y traslados de los diferentes grupos; y presencia constante de un grupo de luthiers para tener a punto los instrumentos.
Casi nada quedó al azar. Incluso frente a los imprevistos, como la noche del último concierto, cuando una de las violinistas vio como una cuerda se soltaba. La interpretación siguió, mientras el director artístico del festival, el padre Piotr Nawrot, salía sigilosamente para buscar ayuda y reponer la cuerda. En pocos minutos retornó y la joven pudo continuar con la actuación. Nada había sucedido.
Mientras se ajustan las cuentas, APAC ya prepara el festival de teatro del próximo año. Y tras una necesaria pausa, en unas semanas se retomará el trabajo para la cita musical de 2026. La primera estación será en el festival de temporada de septiembre.
En la foto principal se aprecia la exposición “Una joya resplandece en la selva chiquitana”. Crédito: Francisco Rocha