Una semana crucial para lograr un tratado mundial contra la contaminación por plásticos

OBJETIVO. Un grupo de países busca reducir su producción y trabajar en toda la cadena, incluyendo el reciclaje. Se necesitan reglas obligatorias y vinculantes.

“La humanidad se moviliza contra una amenaza existencial”. Esta frase marcó el inicio de la última ronda de negociaciones para lograr un tratado mundial contra la contaminación por plásticos, que se realizará hasta el 1 de diciembre en Busan, Corea del Sur.

Esta «semana crucial» tiene lugar tras el caótico cierre en Bakú de la COP29 sobre el clima y la frase del inicio corresponde al diplomático ecuatoriano Luis Vayas Valdivieso, que preside las conversaciones. También afirmó que «esta conferencia es mucho más que la redacción de un tratado internacional”, pues “las decisiones que tomaremos en los próximos siete días marcarán la historia”, de acuerdo a una nota publicada por Swissinfo.

La contaminación por plásticos está tan extendida que se ha detectado hasta en las nubes, en las fosas oceánicas más profundas y en prácticamente todas las partes del cuerpo humano, incluido el cerebro y la leche materna.

Las delegaciones en Busan cuentan con una semana para ponerse de acuerdo en cuestiones delicadas como el tope de la producción de plástico, la posible prohibición de sustancias químicas tóxicas o la financiación de medidas que se incluirán en el tratado.

Dos bandos

La Coalición de Alta Ambición (HAC, por sus siglas en inglés), que agrupa a numerosos Estados africanos, europeos y asiáticos, busca un tratado que cubra todo el «ciclo de vida» de los plásticos, desde la producción a los residuos.

Milita por objetivos mundiales que obliguen a reducir la producción y los desechos. También lucha para imponer cambios en la fabricación de los plásticos, para facilitar su reutilización o reciclaje.

En el bando contrario, otros países, principalmente grandes productores de petróleo como Rusia y Arabia Saudita, buscan que el tratado solo cubra la gestión de residuos.

Para desbloquear la situación, Valdivieso redactó un proyecto alternativo. El texto pone el acento en los terrenos de entendimiento, como la necesidad de promover los plásticos reutilizables.

Más del 90% no se recicla

En 2019, el mundo produjo unas 460 millones de toneladas de plástico, una cifra que se duplicó desde 2000, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Más del 90% del plástico nunca se recicla y más de 20 millones de toneladas acaban cada año en la naturaleza. Además, representa un 3% de las emisiones mundiales de carbono, ya que se produce con combustibles fósiles.

Por ello, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) considera que un acuerdo sobre el plástico sería el acuerdo ambiental multilateral más importante desde el Acuerdo climático de París de 2015.

Productos plásticos durables, como las bombillas de un solo uso y otros objetos, pueden permanecer en el medioambiente durante cientos de años y contaminar ecosistemas y la cadena alimentaria.

Dado que alrededor del 99 % de los plásticos provienen de los combustibles fósiles, la producción de plástico también está exacerbando la crisis climática, según investigaciones científicas, señala la Deutsche Welle.

El PNUMA identifica tres cambios: reutilizar, reciclar, reorientar y diversificar. Esto permitiría una disminución del 80 % de la contaminación por plásticos y podrían suponer la creación neta de 700 000 puestos de trabajo para 2040.  

El desafío clave: reducir la producción

En Busan los países evaluarán reducir la producción global de polímeros plásticos en un 40 % hasta 2040, una propuesta de Ruanda y Perú en las dos últimas rondas de negociaciones en Ottawa, Canadá, en abril de 2024.

Las medidas van desde la reducción de la producción de plástico y la eliminación de plásticos tóxicos evitables como los de un solo uso, hasta el rediseño de empaques para hacerlos reutilizables, biodegradables y totalmente reciclables.

Las compañías internacionales que usan paquetes plásticos para sus productos tratan de promover el reciclaje químico en lugar de continuar con el mecánico. Si no se ponen barreras, la producción de plástico se duplicará hasta 2050, en parte, porque fabricar plástico virgen es más barato que reciclarlo.

La lucha contra la contaminación por plástico, según Greenpeace, será efectiva si la producción se reduce en un 75% hasta 2040.

El 40X40

Incluso un objetivo 40×40 podría ser insuficiente, especialmente en términos de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados.

Para 2050, las emisiones derivadas de la expansión de la producción podrían consumir al menos entre el 21 % y el 31 % del presupuesto de carbono restante para mantenerse dentro de los 1,5 °C. Los modelos de la investigación, sugieren que es necesario un recorte del 75 % en la producción de plástico para 2040 para mantenerse por debajo del umbral, según Greenpeace.

El medio alemán consigna que un informe de la EIA indica que el objetivo 40×40 solo sería significativo si se acoplara con un aumento del reciclaje global de hasta un 63%. Y el sector del plástico tendría que descarbonizarse usando energías renovables, mientras que la producción alcanzaría al mismo tiempo su punto máximo en 2025.

Prohibir y eliminar

WWF instó especialmente a los gobiernos a incluir en el tratado disposiciones explícitas para prohibir y eliminar gradualmente los productos plásticos y químicos más dañinos; establecer requisitos obligatorios de diseño de productos para garantizar que sean seguros y fáciles de reutilizar y reciclar; identificar el nivel de financiamiento que los gobiernos deben comprometer y cómo se distribuirán estos recursos, y mecanismos que garanticen el fortalecimiento y la evolución del tratado a lo largo del tiempo.

“Para proteger a las generaciones actuales y futuras de un mundo saturado por la contaminación plástica y de la carga desigual que esta impone a las comunidades más vulnerables, necesitamos reglas globales vinculantes”, es decir, de aplicación obligatoria a nivel mundial, afirmó Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional.

Los negociadores cuentan con el respaldo de la evidencia científica y de la sociedad en general, por lo que “deben priorizar las medidas más urgentes y esenciales para abordar el núcleo del problema y construir un tratado fuerte de manera más rápida y efectiva”, dijo Schijt.